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16:01:58 30/11/2014

Chicos entre 15 y 19 años, los más afectados por la violencia armada en Rosario

En Rosario nadie está más al borde de sufrir una agresión con arma de fuego que un varón joven, de entre 15 y 29 años, de un barrio no céntrico y de un entorno social pobre. Agresor y víctima ocupan en estas circunstancias posiciones intercambiables y formalmente idénticas en términos de edad, procedencia social y localización geográfica, lo que supone decir que se parecen mucho. Más del 60 por ciento de los heridos atendidos en hospitales públicos de la ciudad desde el inicio del año hasta el 31 de agosto tiene la edad antes indicada. Pero si se busca recortar aún más se advertirá que en Rosario el más afectado es el grupo poblacional de entre 15 y 19 años: un 31,2 por ciento del total de heridos tiene esa edad.

Durante los primeros ocho meses del año en Rosario hubo un incremento de la violencia armada (heridos y homicidios) de un 31,8 por ciento con respecto a mismo lapso de 2013. En el caso de los heridos de bala la escalada fue de casi el 50 por ciento. En estos dos primeros cuatrimestres del año hubo 728 heridos por armas de fuego y 115 fallecidos por esa causa extrema. Son datos que surgen del Observatorio de Convivencia y Seguridad (OCyS) de la Municipalidad de Rosario, que dirige Natalia Galano.

El problema de las armas de fuego, su gravitación en una violencia más desatada, se expresa en la participación que tienen en el total de homicidios. En el año 2003 en todo el departamento Rosario se empleaba una pistola o un revólver para matar en el 55,5 por ciento de los casos. En lo que va de 2014 se usaron armas de este tipo en el 79 por ciento del total de asesinatos. La mayor circulación de armas de fuego es un factor para explicar la creciente letalidad de la violencia y la elevación de las víctimas fatales.

Un estudio de todo 2013 del programa de intervención sobre situaciones de violencia armada del gobierno local indicaba un rasgo notable sobre la concentración de las acciones cruentas. Era que casi el 60 por ciento de rosarinos víctimas de balaceras —entre heridos y fallecidos— nace, vive y muere en un espacio no mayor a mil metros lineales, esto es, poco más de diez cuadras. El guarismo es interesante en tanto aporta una idea sobre cómo un entramado social precario y restringido condiciona el desarrollo individual y colectivo.

El mismo estudio enfocado sobre los primeros ocho meses de este año por el OCyS expone que casi tres cuartos de los hechos que durante 2014 produjeron heridos y muertos con armas de fuego ocurrieron a una distancia que no supera las quince cuadras del lugar de residencia de la víctima. En el 40 por ciento de los casos a menos de cinco cuadras.

Los primeros ocho meses del año muestran una mayor concentración de casos de violencia armada durante los fines de semana. Los varones son el 91,7 por ciento de las víctimas fatales entre lesionados y fallecidos.

Territorio. Una vez más se expone en este registro una lógica de violencia marcadamente territorializada. Que es algo que coincide con la experiencia de la cobertura periodística: al ir a los barrios la prensa tropieza en general con las mismas lógicas, que son las de conflictos entre grupos conocidos, que comparten zonas muy próximas y que disputan por asuntos que a veces parecen triviales, pero son forjadoras de identidad, como ocupar una plaza, una esquina o un quiosco y sostener esa posición exclusiva a tiros. Es muy común que los grupos de jóvenes que contienden no tengan presente el hecho que originó la discordia, pero que la sostengan en el tiempo por pura vocación de oposición al grupo adversario, con el afán de diferenciarse. Conductas que no suelen tener un fin de robo y que se denominan violencias expresivas (ver nota a Gabriel Kessler en el suplemento Economía). Que esto quede convalidado por los datos no es meramente estadístico: sirve para producir intervenciones de política pública focalizadas que la Municipalidad afirma estar dando (ver FORCED_LINE_BREAKaparte).

Otro dato prioritario para considerar la problemática de la violencia es contrastar los casos de homicidio con los ataques con heridos que sobreviven. De aquí surge la llamada tasa de letalidad. Este registro para los casos de agresiones con armas de fuego rondó en torno del 18 por ciento. Esto equivale a decir 1 persona fallecida cada 4,5 que salvaron la vida.

Este año se constata una situación peculiar. Los dos primeros meses fueron altísimos en cuanto a violencia letal. Pero luego los homicidios declinaron, en contraluz con 2013, aunque no así los heridos con arma.

Bajan los homicidios, pero los hechos en los que se utilizan armas de fuego para zanjar conflictos están lejos de decaer. Y acá comparece el rasgo cultural de la violencia, que se independiza de las condiciones materiales de vida. Que estas puedan mejorar no implica una baja en los comportamientos agresivos. Para moderarlas, entonces, las políticas públicas son llamadas a intervenir sobre las lógicas de convivencia en cada lugar considerado caliente.

Números. Hasta el martes pasado, 25 de noviembre, se contabilizaban 182 homicidios en Rosario y 225 en todo el departamento Rosario. Eso implica una variación descendente, con respecto a 2013, de 7,1% en el primer caso y del 15% en el segundo. La Municipalidad destaca que la presencia de fuerzas federales en la ciudad modificó en forma significativa la curva de homicidios mostrando una desaceleración de la tendencia durante el primer trimestre (las fuerzas federales llegaron el 9 de abril).

En el primer tramo del año (1º de enero al 9 de abril), la curva de homicidios exhibe un crecimiento notorio respecto de 2013, del 26%. En el segundo tramo del año (del 10 de abril al 30 de agosto) se observa una abrupta desaceleración de homicidios en relación a 2013, con un leve crecimiento interanual del 2,8%. En el tercer tramo del año (1º de septiembre al 25 de noviembre) se aprecia una caída muy significativa de los homicidios que se sitúa en el orden del 50,0%.

Un análisis de la violencia en función de la letalidad en ocho meses de 2014, según el lugar del cuerpo que impacta el proyectil, muestra una fuerte concentración en miembros inferiores. Como este año la eficacia mortal de los disparos viene en baja, para el OCyS eso puede significar que una porción mayoritaria de los ataques se ejercen sin intención de provocar la muerte, sino como advertencia, o acaso por impericia en el manejo del arma de parte del agresor.

Al mismo tiempo se destaca algo previsible: la violencia armada según hechos ocurridos antes y después del arribo de las fuerzas nacionales de seguridad en la ciudad de Rosario muestra la misma concentración territorial: antes y después de Gendarmería, los balazos se desatan en las mismas zonas.

No son acumulaciones de números: conocer cuáles son los días con más frecuencias de homicidios, en qué zonas de la ciudad, a qué sectores vecinales implican los conflictos y qué grupos de edad son los más afectados sirve para orientar y afinar las intervenciones estatales. Cuyos resultados serán motivo de otros análisis.

Fuente: La Capital