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17:38:06 06/03/2024

Revelan que el crimen del taxista se cometió con balas de la policía

El crimen de Héctor Raúl Figueroa, el taxista de 43 años asesinado en el barrio Las Delicias, tiene varios puntos oscuros. La hipótesis del robo en principio quedó descartada porque el autor del homicidio no se llevó las pertenencias de la víctima. Además el pasajero del vehículo escapó junto con el agresor, lo que sugiere que el chofer pudo ser entregado. Sin embargo no se conoció un conflicto determinado como trasfondo del hecho y en ese marco desde el sindicato de Peones de Taxis vincularon el caso a una represalia ante las medidas del gobierno provincial de restricción en el sistema penitenciario. Si hay un dato que se destaca por su relevancia es que las balas que mataron a Figueroa tenían la inscripción de la Policía de Santa Fe.

Cerca de las 22.45 del martes un taxi llegó desde Uriburu y Oroño a Flammarión al 5100, casi en el cruce con Lamadrid, un sector del barrio Las Delicias que llegada la noche se vuelve prácticamente desierto. Héctor Figueroa, chofer del Fiat Cronos, frenó y apagó el motor. El pasajero, de quién todavía se desconoce su identidad, iba en el asiento de acompañante delantero. Cuando el taxímetro aún estaba activado un hombre armado se paró del lado del conductor y disparó precisamente contra Figueroa.

Al menos nueve balazos impactaron el hombre, provocándole 16 heridas en la cabeza, el pecho y el cuello. Murió en el acto. Después, según consignó la Policía de Investigaciones, tanto el autor del homicidio como el pasajero del taxi se escaparon a las corridas. Los vecinos aseguraron que los dos cruzaron las vías, atravesaron hacia el este un pasillo angosto que conduce a la calle Margis y allí los perdieron de vista. Uno de ellos, se cree que quien iba en el taxi, perdió en el camino una de sus zapatillas.

Las características del crimen, el auto con el motor apagado, todos los tiros al taxista, el pasajero sentado adelante y luego fugado, son las bases de una investigación sin una línea firme pero con la hipótesis del robo descartada a partir de que a Figueroa no le faltaban sus pertenencias. En ese sentido la investigación a cargo del fiscal Patricio Saldutti se encaminaba a analizar los móviles posibles para conocer si la víctima atravesaba algún conflicto.

Héctor Figueroa es el tercer taxista asesinado en menos de un mes en Rosario, ninguno de ellos en ocasión de robo. El 13 de febrero fue acribillado en el barrio Tablada un chofer de San Lorenzo, en esta ocasión junto al pasajero que también murió. Dos días después fue otro taxista, en esa ocasión baleado mientras lavaba el auto en la puerta de su casa del barrio Triángulo y Moderno. Con ese marco desde la Cámara de Titulares de Licencias de Taxis (Catiltar) y desde el sindicato de Peones de Taxis se anunció un paro que se extenderá hasta las primeras del jueves.

Horacio Yanotti, titular de Peones de Taxi, puso sobre la mesa una sospecha que barajaron los compañeros de la víctima. Relacionó el homicidio a "un mensaje mafioso" como respuesta las medidas del Ministerio de Seguridad de la provincia contra los presos. Una decisión acentuada este martes cuando el ministro Pablo Cococcioni publicó en sus redes sociales fotos de reclusos sometidos a una requisa con la estética del proceso llevado a cabo por el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, anunciando que "la van a pasar cada vez peor". Todo luego de que familiares de detenidos se manifestaran en la puerta de la sede rosarina de Gobernación reclamando por las condiciones de alojamiento de sus allegados.

Cococcioni cuestionó la postura de Yanotti y dijo que no hay elementos que vinculen el homicidio a las publicaciones recientes sobre los presos. "No dejaron ninguna nota", dijo además el ministro de Seguridad ante los medios de comunicación, en referencia a otros atentados con mensajes dirigidos al gobierno. Por otro lado señaló que la víctima del crimen no condujo por el corredor seguro establecido en la zona bajo vigilancia policial.

Lo cierto es que el trasfondo de los reiterados ataques con mensajes al gobierno es mucho más complejo de lo que se pueda presumir a partir del contenido de las notas halladas en cada hecho. En las últimas semanas trascendió que al menos seis de esos atentados, que tenían mensajes contra el gobernador Maximiliano Pullaro, fueron cometidos por armas que estaban en poder de la policía. Todo salió a la luz cuando tres agentes del Comando Radioeléctrico quedaron imputados por plantar esas armas a una persona vinculada a una banda narco con la intención de incriminarlos para encubrir a otra organización criminal.

Todavía se desconoce el alcance de la participación policial en esos ataques. Pero la investigación sobre estas irregularidades arroja la posibilidad de que el contenido de las notas tuviera como principal objetivo incriminar a una banda determinada y no intimidar directamente al gobierno. Sin embargo aquella versión inicial, la que posicionó a la nueva gestión como blanco de atentados y reproches por las medidas en el sistema penitenciario, legitimó política y socialmente el discurso del gobierno. Lo dejó en claro Cococcioni esta semana, aún habiéndose destapado el oscuro trasfondo de al menos seis casos de esa saga de ataques.

Con ese marco es que puede cobrar relevancia que las balas utilizadas para asesinar al taxista Héctor Figueroa pertenecieran originalmente a la Policía de Santa Fe, según notificaron los peritos que trabajaron en el lugar del hecho. El uso de armas o municiones policiales en ataques, como ya ha ocurrido en otras ocasiones, puede responder a robos o también a irregularidades como la venta de esos elementos. Sin embargo, teniendo en cuenta el trasfondo de los hechos recientes que generaron conmoción pública, matar a un taxista con balas grabadas con siglas identificatorias de la policía puede ser todo un mensaje.

Por fuera de la hipótesis planteada por los colegas de la víctima, surge un contexto específico si se tiene en cuenta el lugar donde ocurrió el crimen. Se trata de un sector que en los últimos años, en distintos períodos, estuvo signado por la violencia ligada al narcomenudeo al punto de reunir varios homicidios con escasos metros de distancia. Incluso a pocos metros de donde fue asesinado Héctor Figueroa hay un punto de venta de drogas.

Si bien el 21 de febrero ocurrió un femicidio en el barrio Las Delicias, a pocas cuadras de donde este martes mataron al taxista, el último crimen en el cruce de Flammarión y Lamadrid fue en agosto pasado. La víctima, Laureano Cardozo, paseaba su perro cuando desde un auto lo atacaron a balazos. No hubo un marco concreto para explicar ese crimen, que continúa en investigación, pero los vecinos adjudicaron la mecánica del hecho a una forma habitual en la que bandas violentas copan territorios en disputa.

Una postura justificada por su similitud con casos anteriores, donde personas que no estaban vinculadas al crimen fueron víctimas de ataques repentinos. En ese mismo cruce de Flammarión y Lamadrid había ocurrido, el 31 de julio de 2021, el doble crimen de Eduardo Espíndola y Rodrigo Velásquez. Los jóvenes, de 26 y 18 años, hacían fila en una peluquería de esa esquina cuando quedaron en medio de una balacera.

Una semana después, el 8 de agosto, en la misma esquina fue acribillado Pablo "Finito" Sosa, de 26 años y vinculado al tráfico de drogas, por entonces prófugo de la Justicia. Horas antes los sicarios habían ingresado a las patadas a su casa de Esteban de Luca y Paraguay, se lo llevaron a la fuerza y llegada la noche lo bajaron de un auto para matarlo a tiros. En esos dos casos ocurridos en término de una semana llamó la atención que todo ocurriera a metros de un punto de venta de drogas.

 

Fuente: La Capital