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21:10:43 04/06/2023

Las amenazas y balaceras a las escuelas aumentan las licencias de los docentes

"No nos podemos terminar de acomodar. Quedamos todos muy afectados. Tenemos mucha angustia y miedo". La enumeración de sensaciones que la directora de una de las escuelas que ya en varias oportunidades fue blanco de amenazas y que en las últimas semanas se enfrentó a una de la decena de situaciones de violencia de las que los edificios escolares fueron escenario muestra cómo el temor va tallando en los equipos directivos, en los docentes y no docentes. "Hay pavor y un shock inicial", dice el delegado de la Regional VI de Educación, Osvaldo Biagiotti, y afirma que "si bien con el paso de los días, el clima se va acomodando", reconoce que no son pocos los maestros que requirieron licencias médicas transitorias o especiales.

Todo es muy complejo: hubo una docena de escuelas amenazadas en lo que va del año, maestros que, de acuerdo a las denuncias del gremio docente, reciben intimidaciones en sus propios teléfonos celulares,edificios escolares baleados (en algunos casos, como el del complejo Rosa Ziperovich en zona sur, en varias oportunidades) y situaciones de extrema tensión en las que los equipos directivos y docentes tuvieron que resguardar la integridad de algún niño y retirarlo de la escuela.

Propios y ajenos a las comunidades educativas reconocen que "todos los límites se corrieron". Lo cierto es que desde que estas escenas comenzaron a reiterarse, tímidamente en 2022 y sistemáticamente a lo largo de todo este año, el miedo comenzó a hacer mella a diario en docentes y no docentes, auxiliares y equipos directivos.

Y si bien en los números globales del sistema de licencias médicas a nivel provincial no se registra un impacto que dé cuenta de cómo la situación afecta la salud de los equipos, el delegado de la Regional VI reconoció que, tras cada situación de violencia de esas características que se produce en un establecimiento escolar, "hay un incremento de los pedidos de licencias, ya sea de salud mental o de licencias especiales, que a mayoritariamente son transitorias, pero que es el tiempo que muchos necesitan para recomponerse".

Los procesos, además explicó, son acompañados por los equipos de Bienestar Docente del Ministerio de Educación, que señalan que lo que "hay sobre todo es una sensación de mucha, mucha angustia e impotencia". Así lo señaló Daniel Cousello, coordinador provincial para la zona sur de esa repartición. Cousello indicó que, en los maestros que tomaron licencia, "de a poco fueron recomponiéndose, rearmándose y volviendo, de acuerdo al tiempo de cada uno y el proceso de cada uno".

Tras "el pavor y el shock inicial", que los funcionarios señalan se repite como factor común tras cada hecho, retomar el cauce de las actividades y de la llamada "normalidad" no es tan fácil. "El miedo talla y persiste", señaló Biagiotti, que incluso indica que en los casos de las auxiliares de comedores, que muchas veces llegan con la oscuridad, a las 6 de la mañana para poder garantizar la copa de leche de los chicos, o se retiran de noche, moverse se hace cada vez más difícil.

"La nocturnidad en el ingreso y egreso, tanto en estos casos como en las escuelas para adultos, está siendo un factor de mucho miedo desde hace un tiempo", agregó el delegado.

Si bien la inseguridad atraviesa toda la provincia, la problemática específica de la violencia urbana y que tiene como blanco a las escuelas es propia de Rosario, dejó en claro Cousello sobre los procesos de acompañamiento que a lo largo del año se llevan adelante desde Bienestar Docente.

"Las sensaciones de angustia e impotencia, además de soledad" no se diluyen más allá de los apoyos que desde los diferentes espacios ministeriales, como Bienestar Docente, Equipo Socioeducativo y Gestión Territorial se ofrece a las escuelas, aclaró.

"Se trata de trabajar en cómo se transitan estos escenarios de la mejor manera, en la construcción de caminos que permitan continuar con la tarea pedagógica dentro de las escuelas porque, además de las repercusiones subjetivas, cada hecho repercute en el proceso de enseñanza-aprendizaje y lo que hay que trabajar es en rearmar a los equipos para reordenarlos", explicó.

Para Cousello, las situaciones de amenazas y balaceras son "grandes cimbronazos" para cada uno de los establecimientos, pero sobre todo señaló que "la muerte de cada alumno (como fue el caso de Máximo Jerez en Los Pumitas) provoca situaciones de angustia mayúsculas".

Generar mecanismos colectivos, involucrar a las familias, empezar a pensar incluso nuevos formatos escolares, generar dispositivos pedagógicos para trabajar hacia adentro de los establecimientos son algunas de las acciones concretas que se piensan de acuerdo a las necesidades de cada caso.

"Lo que cada vez escucho más y repetidamente en maestros y directores es que el guardapolvo, que antes los protegía en los barrios y era un salvoconducto para circular, ya no lo es", dice el delegado de la regional de Educación y pone de esa manera en palabras el desafío que implica en cada caso volver a afianzar el rol de los docentes que se ve desdibujado en los territorios ante estas situaciones.

No solo se trata de "reconstituir lo institucional" ante cada hecho porque "antes con la escuela nadie se metía y ahora sí se meten", añade Cousello. Se trata de un proceso en que no quedaron afuera otros espacios territoriales o de presencia del Estado, como son centros de salud, comisarías -algunas que funcionan enrejadas- o incluso parroquias, como sucedió en las últimas horas en barrio Ludueña.

Recomponer ese rol, indica Cousello, implica hacerlo a través del refuerzo con los lazos comunitarios. Seguro además de que en los últimos años "es la violencia la problemática central", que también deben atender a la hora de acompañar a quienes acompañan nada menos que a los chicos.