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20:37:16 03/07/2022

Cardiólogos piden tomar máximas precauciones cuando hay incendios en las islas

La progresión en el tiempo de los incendios en las islas entrerrianas frente a Rosario y ciudades aledañas, que llevan sin pausa más de dos años, llegaron a un punto en el que el humo ya pasó de ser algo molesto a un factor de riesgo para la salud. Es por eso que cardiólogos advierten que los días en los que haya incendios, se tendría que usar barbijo o mascarilla, además de evitar los espacios abiertos más cercanos a las islas, como los parques que están sobre la costanera. La recomendación parte del trabajo de dos especialistas rosarinos en un grupo internacional que busca desarrollar el concepto de “cardiología ambiental” y que insiste en sumar a la contaminación del ambiente como un factor de riesgo para el sistema cardiovascular.

El cardiólogo rosarino Carlos Vozzi, miembro, junto a su colega e hija Lara Vozzi, de diversos grupos internacionales de investigación sobre las consecuencias de la contaminación atmosférica en el sistema cardiovascular, manifestó: “Hay muchas personas que creen que cuando hay humo en la isla, el peor problema es que la ropa quede con olor o que haya cenizas por barrer. Y, a lo mejor, tienen un bebé que lo van a pasear por la costa y que queda expuesto a una increíble dosis de material particulado”.

La referencia del especialista es hacia las partículas 2,5, conocidas como PM2,5, que tienen un diámetro igual o menor a 2,5 micras, unidad que equivale a una milésima de milímetro. Al respecto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) detalla en su sitio oficial que “la materia particulada es un indicador común de la contaminación del aire y afecta a más personas que ningún otro contaminante. Consiste en una mezcla de partículas sólidas y líquidas de sustancias orgánicas e inorgánicas suspendidas en el aire”. Una de las fuentes de estas partículas son los incendios en las islas, además de vehículos y fábricas.

Los datos que se usan de guía por la OMS fijan en 25 microgramos por metro cúbico el tope para indicar que un ambiente está potencialmente contaminado. En Rosario, en los últimos diez días, esos valores llegaron a cuadruplicarse gracias a distintos focos de incendios en San Lorenzo, Arroyo Seco, San Nicolás y San Pedro, y la actividad y dirección del viento que trajo el humo que se desprendió de los mismos. En lo que va del año, ya se quemaron más de 35.000 hectáreas del Delta del Paraná.

Cuando se dan jornadas en las que el humo se siente en el ambiente rosarino, el consejo del cardiólogo es salir con barbijo o, directamente, no exponerse: “Se debe revisar dónde se lleva a los niños, por dónde se transita, por dónde se corre y si hay que usar barbijo. Y no por Covid, sino por el material particulado presente en el área donde vivo”.

“Los días de incendios y de mucho humo, lo primero es no exponerse. Tomar distancia del sitio donde se genera la contaminación; en este caso, de la isla”, añadió Vozzi. Y explicó que si una persona tiene que estar cerca “por trabajo o por cualquier otra cosa, tiene que usar mascarilla. Si bien no sabemos cuánto va frenar el ingreso de material particulado, es mejor que no llevar nada. Porque cuando hay olor a humo, ya se está expuesto”.

“Es algo a lo que estamos expuestos, que no tenemos conciencia de la magnitud y que nosotros no lo elegimos. Por una cuestión de afectación de la naturaleza que alguien hace, nosotros estamos expuestos. No es lo que decidimos hacer: nos lo imponen”, aseveró.

El profesional explicó los perjuicios a la salud que trae el humo constante que se respira en la ciudad, por períodos, desde hace más de dos años: “Si te vas a correr a lo largo del río y ves que están quemando las islas, ojo. Porque ese material particulado pasa al alveolo, que es la bolsita más chiquita de oxígeno que está en contacto con la sangre. A través de ese alveolo pasa el oxígeno y sale el anhídrido carbónico. Pero cuando pasó el oxígeno, también pasó el material particulado, que empieza a flotar en la sangre, que es el líquido que circula por nuestras arterias, que están por todo el cuerpo”.

“Ese material que te entró por el pulmón va por todo el cuerpo. Puede ir al sistema nervioso central, a los músculos, a las arterias coronarias, al riñón, al intestino”, completó.

Para llegar a trabajar sobre el deterioro que produce la contaminación atmosférica sobre el sistema cardiovascular, los cardiólogos empezaron por llevar adelante investigaciones para conocer el efecto que tienen los metales pesados en el mismo sistema, producto de la contaminación y de otros factores: “A raíz de empezar a estudiar eso, ampliamos la visión sobre qué era todo lo contaminante para el medio ambiente y su impacto sobre la salud cardiovascular”.

En esa búsqueda, conformaron, de la mano de la epidemióloga Ana Navas-Acien, “que dirige la escuela de Salud Pública de la Universidad de Columbia e hizo múltiples estudios epidemiológicos sobre el impacto de la contaminación atmosférica en distintas ciudades de Estados Unidos y España”, comentó Vozzi, un grupo de investigación internacional con profesionales de Estados Unidos, España y Argentina: “Empezamos a trabajar con ella y propuso crear un grupo de médicos cardiólogos que estén dispuestos a trabajar sobre el impacto que tiene la contaminación ambiental en el sistema cardiovascular y en la generación de enfermedades”.

De múltiples conversaciones y estudios, surgió la posibilidad de avanzar sobre el desarrollo del concepto de la “cardiología ambiental”. Vozzi explicó: “Es que el médico cardiólogo incorpore en sus herramientas de cuidado a la contaminación ambiental como un factor más que genera enfermedades cardiovasculares”.

“Hoy, cuando se preguntan cuáles son los factores o hábitos que pueden generarle a uno daños en el sistema cardiovascular y producir enfermedades, se citan el cigarrillo, la mala alimentación o la falta de actividad física. Pero no se habla de la contaminación del ambiente, de los metales pesados, como el cadmio y el plomo”, agregó.

El especialista hizo hincapié en la necesidad de contar con mediciones constantes de agentes contaminantes del ambiente, en una ciudad que padece el humo que provienen de los incendios que vienen destruyendo el humedal desde hace más de dos años.

Al respecto, expresó: “Hay que empezar a saberlo ¿Cuál es el grado de contaminación atmosférica al que estoy expuesto? Tengo que saber cómo se mide la contaminación de material particulado en los lugares donde vivo”.

Al respecto, un proyecto se aprobó hace casi dos años en el Concejo, cuando el humo proveniente de los incendios en las islas ya llevaba medio año activo. El mismo fue presentado en conjunto por los entonces ediles Eduardo Toniolli y Lisandro Zeno, y resultó en la modificación de un artículo de la ordenanza 5820 sobre normas de calidad del aire, para convertir en información pública esas mediciones. Sin embargo, esos datos solo se publican sobre mediciones anuales y, actualmente, no se cumple con el índice que planteó el proyecto aprobado, sobre el que el municipio tiene que informar si la calidad del aire medida es buena, admisible, mala o muy mala, según el texto de la ordenanza.

En las últimas dos semanas fue el Observatorio Ambiental de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) el que publicó mediciones de calidad del aire según diversos dispositivos y plataformas.

En ese sentido y buscando conocer la situación actual, la entidad tiene inscriptos 100 voluntarios que instalarán en sus viviendas dispositivos para hacer una medición propia en el área metropolitana de Rosario. Los resultados se conocerán en septiembre.

“Las autoridades son quienes disponen de los elementos y quienes deben hacernos saber a la población cuánto estamos expuestos al material particulado: en qué momento ocurre, dónde está, dónde hay más, dónde hay menos y qué hago. Por lo menos, a nivel individual. Porque no tenemos un termómetro particular para medirlo como se puede medir la fiebre”, expresó Vozzi.

“La contaminación ambiental, los metales pesados, la contaminación atmosférica son factores de riesgo no tradicionales que afectan la salud cardiovascular, como el colesterol, fumar o la hipertensión. El daño que produce al sistema cardiovascular la contaminación ambiental es un nuevo factor que, de a poco, tenemos que ir incorporando tanto los médicos como la población en general”, concluyó.