Karina Reinoso es la mamá de Gabriela Aymará Altamirano y abuela de Ámbar Auriazul Morera, dos de las víctimas del triple crimen ocurrido el viernes a la noche en barrio Tablada. La tercera víctima, Tomás Rodrigo Morera, era su yerno. Este lunes, Karina lanzó un desgarrador pedido de justicia para que las autoridades den con los autores de la masacre, pero también limpiar el nombre de sus familiares.

“Mi hija y su pareja no eran narcos. Eran personas de bien. Esto no fue un ajuste de cuentas. Si la justicia terrenal no llega, le pido a Dios que la haga. Los asesinos no tuvieron piedad y ahora dejaron a una nena de tres años sin familia”, dijo Karina sin poder contener el llanto. El dolor intenso que viene sufriendo desde el viernes no le impidió a la mujer brindar un testimonio contundente.

Reinoso expresó: “Estamos muy conmocionados. No entendemos qué sucedió. Quiero limpiar el nombre de mi hija y de mi yerno porque eran gente de trabajo. El muchacho laburaba en un taller de chapería y pintura. Fue a reclamar hace dos semanas a su patrón para que le aumentara el sueldo, porque estaban pasando por una situación económica mala. Y el hombre discutió y lo echó como a un perro después de 15 años de trabajo con él”.

Karina recordó el contexto en el que ocurrió el homicidio: “Mi hija y su pareja estaban desesperados, porque necesitaban dinero. Nosotros los ayudábamos con lo que teníamos. Esa noche, ellos fueron a la casa de mi mamá en calle Garibaldi a buscar un bolsón de mercadería y una plata que le habíamos dejado. Yo les había dicho que no fueran porque era tarde y pasaran al otro día. Y fueron igual. Según contaron los vecinos, unos tipos venían corriendo a otra pareja. El auto dobló por Ameghino y agarró por Necochea y cuando agarraron por Garibaldi, mi hija, su pareja y los chicos estaban bajando del auto y se metieron en el pasillo. Entonces uno de los cuatro ocupantes del auto se bajó y empezaron a dispararles”.

La mujer reiteró su intención de limpiar el nombre de las víctimas. “Mi hija no era narco, no tenía problemas con nadie. Los dos eran personas que no se metían con nadie. Todo el mundo los quería. Los vecinos quedaron conmocionados. Fue algo terrible. Lo único que pido es justicia y que esto se aclare. Que paguen los que tienen que pagar. Y si la justicia terrenal no hace nada, le pido a Dios que haga justicia. Dios es justo y sabe del tipo de personas que eran mi hija y su pareja. Los asesinos no tuvieron piedad, le dispararon a una criatura. Mi nieta de tres años cayó debajo de su mamá. Se salvó de casualidad y ahora me pregunta cuándo vuelven su papá y su mamá”.

“Eran una familia muy apegada. Los cuatro iban para todos lados. Mi hija nunca dejaba a las nenas en la casa de nadie. Las crió con amor. Auriazul era una muy dulce, era todo amor. Me abrazaba y decía te amo abuela. Ahora estamos destrozados. Mataron a tres inocentes. Mataron a una familia, porque también nos mataron a nosotros. Por qué tanta maldad”, se preguntó Karina, y mencionó otra situación desgarradora. Tiene que ver con su propia madre, en cuya casa, en el pasillo de ingreso a la misma, murieron las tres víctimas.

“Mi mamá tiene 63 años, sufre diabetes y presión alta. No quiere vivir más acá por el recuerdo de ver a su nieta tirada en el pasillo. Nos queremos ir de este barrio. No queremos vivir más acá. Por favor, que alguien nos ayude para mudarnos. No se puede vivir más. Mi nietita no tenía nada que ver, mi hija y mi yerno tampoco. ¿Por qué hicieron esto? Anoche estuvimos en la marcha cuando se cerraban los Juegos Suramericanos y la policía nos quiso reprimir. Nos trataron de narcos. Nos querían pegar y nos impidieron que habláramos con el intendente Pablo Javkin. Es una vergüenza que él diga que Rosario es una ciudad de paz y estén matando gente todo el tiempo. Quiero decirle que Rosario sangra, porque mueren víctimas inocentes. Es una guerra de todos contra todos, y siempre pagan los que no tienen nada que ver", concluyó.