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12:45:34 20/03/2022

Los universitarios vuelven a las aulas y no consiguen viviendas para alquilar

A diferencia de lo que sucedió en los dos años anteriores, en este ciclo lectivo la educación superior vuelve a la presencialidad plena y con ella miles de jóvenes provenientes de interior de la provincia, de otros distritos e incluso países, llegan a Rosario para formarse en universidades e institutos terciarios públicos y privados. Habitual en la ciudad entre los meses de diciembre y marzo, el fenómeno se retrasó en 2022 por la ola de Ómicron registrada en enero y ahora, cuando ya comenzaron las clases en algunas carreras y el resto está a punto de arrancar en abril, el mercado inmobiliario no puede absorber la demanda de alquileres de los estudiantes. Una importante cantidad incluso está recurriendo a alojarse en hostels.

Así lo revela José Ignacio Mangiamelli, secretario del área de Bienestar Universitario de la UNR desde hace seis años. Según se calcula, el 50 por ciento del alumnado de la casa de estudios viene de afuera. Este año los cursantes de las distintas carreras suman 70 mil personas, por lo que al menos 35 mil necesitan dónde vivir. “Se nota la diferencia (con las clases virtuales, a distancia) en los comedores universitarios, donde hoy estamos con cinco veces más de gente que en diciembre”, ilustra el funcionario. No es un dato menor que el menú tenga un costo de tan solo 90 pesos.

Sobre la falta de disponibilidad de viviendas, Mangiamelli cuenta que, ante la consulta de los jóvenes y sus familias, sobre todo los padres que acompañan a los ingresantes, desde el área que dirige se comunicaron con cámaras inmobiliarias e inmobiliarias grandes. “Todos nos refieren lo mismo: hay una disminución de casas y departamentos en alquiler, muchas unidades se han puesto a la venta en lugar de ofrecerse para ser alquiladas. También se exigen muchos requisitos para las garantías”, agrega. La comunidad universitaria sufre los vaivenes del mercado locativo, en el contexto de un año lectivo de presencialidad obligatoria, con vigencia de una nueva ley de alquileres, alta inflación e impuestos y servicios por las nubes.

“Recibimos muchas consultas de jóvenes que a veces en la desesperación nos preguntan si sabemos de alguna vivienda en alquiler o qué inmobiliaria recomendamos. Nosotros les aclaramos que no es nuestra función, sino que nos dedicamos a dar a conocer los derechos de los inquilinos y recomendamos qué hacer ante algún problema”, aporta Emmanuel Canelli, de la Asociación de Inquilinos de Rosario (AIR). “Hay alumnos que empiezan tercer año, con 10 o 15 materias adentro, y nunca o pocas veces cursaron en un aula. Están en una situación de crisis si no consiguen vivienda. Les sugerimos a los jóvenes que agoten todas las opciones: páginas web para búsqueda de inmuebles, grupos en redes sociales, clasificados”, afirma, y aclara que la problemática no pasa por la falta de unidades construidas, sino que no hay suficiente cantidad en oferta porque muchas, “viejas y nuevas”, fueron retiradas del mercado, lo que encima elevó los precios de los cánones mensuales.

“Cuando en abril del año pasado terminó la vigencia del decreto nacional que prohibía los desalojos en el marco de la pandemia, se concretaron muchos desalojos y comenzó a haber una baja en las viviendas en alquiler. Las dejaron ociosas varios meses y los precios se dispararon”, analiza el dirigente, para quien “esto fue orquestado por razones especulativas, a lo que se suma que las inmobiliarias instalaron en la opinión pública que con la ley de alquileres el propietario perdía y por eso debía correr la unidad a la venta. Como las casas no se vendieron los dueños de una o dos propiedades volvieron a ponerlas en alquiler porque necesitan la renta, no así los grandes tenedores. En este momento existe una gran cantidad de viviendas ociosas”.

Canelli explica que los estudiantes en general buscan departamentos chicos, de un dormitorio o monoambientes. “Es decir que técnicamente no debería haber problema ya que es lo que más se construye. Sucede que esas unidades pequeñas no están volcadas al mercado de alquiler: a veces se compran varios pisos en distintos edificios como resguardo económico. Por eso propusimos en el Concejo Municipal y en la Legislatura provincial elevar la TGI de las viviendas ociosas pero los proyectos no logran conseguir los consensos para ser tratados, quedan en las comisiones”, expresa el representante de los inquilinos, conforme porque este jueves el secretario de Comercio Interior de la nación, Roberto Feletti, se comprometió a avanzar en un impuesto para las casas y departamentos que permanezcan vacíos.

El mayor volumen de quienes llegan a estudiar a la UNR proviene de las provincias de Santa Fe, Córdoba, norte de Buenos Aires, Entre Ríos, incluso de distritos más alejados como Jujuy, Salta y Neuquén y de otros países, menciona Mangiamelli, el secretario de Bienestar Universitario de la entidad académica y pública. Los alumnos que residen en el área metropolitana o a un kilometraje importante de distancia pero pueden viajar en el día optan por no mudarse a Rosario en el actual contexto de escasez de viviendas y alto costo de vida, aunque les lleva mucho tiempo y esfuerzo movilizarse, coincide Canelli de AIR.

“El fenómeno de falta de disponibilidad de unidades y precios elevados (de los cánones locativos) es bastante generalizado por lo que nos refieren colegas de universidades de Tucumán, La Plata, Córdoba y Lanús, por ejemplo. A veces los chicos empiezan en una pensión y luego se van conociendo, se mudan y comparten gastos. Ahora incluso ocuparon una cantidad importante de plazas de los hostels”, sigue Mangiamelli y plantea que la nueva residencia universitaria de Santa Fe 1470 es una herramienta pensada por las autoridades de la UNR para facilitar el acceso a la educación superior a aquellos que no pueden afrontar la totalidad de un alquiler por su situación socioeconómica. Al cierre de la inscripción este 10 de marzo se habían postulado alrededor de 500 personas, entre ingresantes y cursantes, aunque el edificio tiene capacidad para 140. La UNR cuenta en total con cinco residencias, ya que hay dos en Casilda (donde funciona la Facultad de Ciencias Veterinarias) y otras dos en Zavalla (sede de Agronomía).

Otras opciones para los jóvenes que viven lejos de Rosario son los convenios entre la universidad y sus municipalidades o comunas de origen, generalmente del interior de la provincia, que ponen a disposición casas para que se alojen los alumnos. “Venimos discutiendo la posibilidad de que se implementen programas para construcción de residencias universitarias propias, al estilo de los campus. La universidad de Cuyo tiene una, también la del Litoral en convenio con ATE”, propone Mangiamelli. “Las facultades tienen predios donde se podrían construir, es un problema de fondos”, concluye.

Bruno Wienzbicki es consejero superior, integra la conducción de la Federación Universitaria de Rosario (FUR) por la agrupación Alde y estudia Medicina en la Facultad con mayor matrícula de la UNR, Ciencias Médicas. Además es inquilino en la ciudad, donde llegó a estudiar desde Arrecifes, así que conoce bien la problemática de los jóvenes que deben mudarse para formarse como profesionales en la universidad.

“Vemos que una parte de alumnos está evaluando si puede venir o no, hay quienes quieren hacerlo pero a mediados de marzo no tienen dónde vivir”, confirma. “Estamos muy contentos de volver a las facultades, lo importante es que las autoridades de cada facultad puedan planificar con los gremios estudiantiles las condiciones de esa vuelta: hubo algunas que fueron claras en cuanto al retorno de la presencialidad y otras no, de modo que hay propuestas híbridas o mixtas de cursado”, señala Wienzbicki.

“El año pasado en la asamblea universitaria pedimos la residencia y se concretó a través de un hotel que alquiló la universidad. Ahora pedimos que la UNR sea garante de los contratos de alquiler de los estudiantes, de una cierta cantidad que lo requiera”, continúa el dirigente sobre uno de los problemas más frecuentes que se presentan y añade que también solicitaron duplicar el monto de las becas de residencia porque quedó desfasado a causa de la inflación.

“Hoy un estudiante debe disponer de unos 100 mil pesos para entrar a un departamento (primer alquiler, sellado, averiguaciones de garantías, comisiones, contrato). Además hay que pagar la mudanza y darle el alta a los servicios, todo con costos muy elevados”, describe el joven, que también ha pasado por esa experiencia.

Más allá del testimonio, que se multiplica en cientos de historias, Alde lanzó la semana pasada una encuesta sobre alquileres en conjunto con la Oficina del Consumidor de la Municipalidad y está distribuyendo un manual con derechos de los inquilinos. La encuesta ya se había realizado el año anterior y en esta oportunidad rastrea información específica sobre la zona en la que se alojan los estudiantes, los inconvenientes a la hora de buscar un inmueble y mientras se lo está habitando, el tipo de vivienda elegida y el grado de conocimiento de programas universitarios como el de residencias o becas.

 

Fuente: La Capital