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Subsidios al transporte: ¿federalismo o centralismo?
El director general de la policía de la provincia, Luis Mario Bruschi, sacó una licencia de 45 días (25 hábiles y 10 corridos) al cabo de los cuáles se retirará definitivamente del cargo. La licencia busca disimular la segunda crisis que el ministro de Seguridad, Maximiliano Pullaro, debió pilotear en lo que va de este año. La primera fue en marzo cuando, también "por decisión propia", el entonces jefe, Rafael Grau, pidió su retiro. Pullaro se puso firme en esa ocasión: la fuerza respondería al poder político y no al uniformado que la conduzca circunstancialmente, dijeron en su entorno.
Se buscó entonces fortalecer la respuesta política frente a la corporación policial y el gobernador, Miguel Lifschitz, pretendió que la Comisión Bicameral de Acuerdo, primero con un dictamen, y la Asamblea Legislativa luego, se expidieran sobre el nombre de Bruschi, elegido para reemplazar a Grau y considerado entonces uno de los cuadros más formados de la fuerza.
El ahora ex jefe de la policía venía de ejercer como director general de la Policía de Investigaciones de la provincia y, según se dijo entonces, con un elogiable desempeño. La idea de disimular su reemplazo busca evitar otro desgaste político del gobierno que a cinco meses de haberlo encumbrado, lo despide o deja que se vaya.
Según quien cuente el hecho fue porque no venía cumpliendo con las expectativas, "la vara" que le había puesto el ministro o por la presión que tenía desde la propia fuerza para que actuara con mayor firmeza ante el poder político.
El hecho de lo que pasó con el Departamento Logística o D4, el área de la policía encargada del mantenimiento de las unidades (arreglos edilicios, etcétera), que fue denunciada por falsificación de documentos hasta las últimas revelaciones de presuntas irregularidades con las horas ospe (extras), eran golpes de puertas que desde la fuerza le hacían a Bruschi, aseguran quienes afirman que la policía es la "Franja de Gaza".
Ni siquiera se formalizó el cambio de Bruschi por su segundo, José Luis Amaya, ahora al frente de la fuerza otra vez de forma provisoria hasta, al menos, mediados de octubre. Amaya ya era el segundo de Grau y estuvo provisoriamente mientras Lifschitz esperaba que la Legislatura le diera el inédito acuerdo que le terminó negando.
En el Ministerio de Seguridad hubo el lunes pasado una reunión en la que estuvieron los jefes de Unidades Regionales con José Pérez (ex jefe de Rafaela), que asume como jefe de plana, y Amaya (actual subjefe de la policía provincial) a cargo. Allí se hizo una presentación y se les dio a entender a todos que la provisoriedad de éste por licencia del jefe, tanto como los corrimientos que por lógica se producen con cada movimiento, se tornarían definitivos cuando se acabara la licencia de Bruschi.
Esto recién trascendió este miércoles, cuando la información de la licencia y el recambio provisional se hizo conocer a los medios.
Presentimiento. Pullaro sabe que los uniformados harán sentir su enojo y eso aunque nadie lo dice con todas las letras y menos de manera oficial pueden ser hechos de inseguridad cada vez más frecuentes para incrementar el mal humor social que termina exigiendo al poder político la mano dura, de la que luego esa misma sociedad reniega, dado que no hay otra forma de ejercerla que darle autonomía de gobierno a la policía.
La administración Lifschitz ratificó en las últimas horas su decisión de supeditar el gobierno de la fuerza armada provincial al poder político, y en ese marco se tomarán todas las decisiones necesarias. El gobierno señaló que no habrá negociaciones posibles que importen aceptar ciertas conductas reprochables de los uniformados. Una de las razones por las que el gobierno pide que la Justicia lo apoye de un modo más firme y visible ante la sociedad, dicen.
Bruschi, quien se desempeñó desde el 11 de abril al mando de la jefatura de la Policía, pidió licencia y su destino será el Instituto de Seguridad Pública (Isep), donde se forman los nuevos agentes. Habrían sido algunas grietas (lo que se conoce comúnmente como zonas liberadas) en los patrullajes en Rosario y Santa Fe —algunos homicidios incluidos— los que habrían llevado a Pullaro a considerar que los resultados esperados no se estaban alcanzando y a enfrentar el cuarto cambio de jefatura desde que llego al cargo.
Desde la policía hacen circular versiones críticas al ministro, a quien señalan su alto perfil mediático y acusan de estar más preocupado en hacer una carrera política para cimentar su ambición de llegar algún día a ser gobernador que en acordar estrategias con la fuerza.
Fuente: La Capital