Todo indica que se entra en la recta final del proceso de juicio político a la presidenta Dilma Rousseff. Este lunes, la Comisión especial de impeachment debe decidir si corresponde o no presentar al plenario de diputados la demanda contra la jefa de Estado. Si se deciden por el sí, el próximo viernes se iniciará la votación de los 513 legisladores, que podrá extenderse hasta el domingo 17. Quien comandará todo el operativo es el titular de la Cámara Baja, diputado Eduardo Cunha, un político “reo” de la justicia por delitos de lavado, que sólo evita la cárcel gracias a la inmunidad que le da el alto puesto que ocupa.
Los cálculos de los partidos políticos alcanzaron el viernes un punto culminante. Los de la oposición formal, que se juntaron a la facción anti Dilma del Partido del Movimiento Democrático de Brasil (PMDB), divulgaban públicamente las conquistas de cada uno de los legisladores, con la esperanza de doblar el brazo a aquellos que se resisten a entrar. En ese tren, publicitaron a última hora de antes de ayer, el nombre del diputado que podría garantizarles este lunes una mayoría de 33 votos a favor del juicio dentro de la Comisión Especial. El legislador que les brindó esa posibilidad a los adversarios del gobierno fue un político de reputación dudosa: Paulo Maluf. A mediados de marzo pasado fue condenado a 3 años de prisión en París por lavado de dinero en territorio francés entre 1996 y 2005. La justicia francesa sentenció, en el mismo acto, a su esposa Sylvia Lutfalla y a su hijo Flavio Maluf; y les confiscó 1,8 millones de euros. Es otro de los hombres que usan sus prerrogativas parlamentarias para evitar el encarcelamiento, vía extradición.
Aun con semejantes personajes en la zaga del derribamiento de la presidenta Rousseff, una buena parte de la clase media paulistana todavía piensa que su alejamiento será la “gran solución”. Despues de dar muchas vueltas y coquetear con distintas variantes, el opositor Partido Socialdemócrata de Brasil, donde milita el ex candidato presidencial Aécio Neves, decidió inclinarse por el impeachment en forma “contundente” según dijeron. Todo, desde luego, en nombre de la unidad partidaria que esta internamente muy dividida.
El ex-presidente Fernando Henrique Cardoso, figura de esa fuerza, a punto ya de cumplir los 85 años, afirmó el viernes que “la economía brasileña no aguanta más el clima de desorden”. Y aseguró: “Ya no da para tener más dudas, por penoso que sea interrumpir el mando”, se lamentó. Quien fuera un sociólogo leído con fruición por la generación de la década del 60, ahora afirma que es preciso “escuchar el sentimiento de las calles”. Afirmó entonces: “Hay una indignación popular con el desmonte del gobierno y la terrible corrupción organizada”. Claro que las voces vienen de diferentes lados.
Justamente el viernes trascendió a partir de una delación empresarial que el PT había recibido aportes de campaña procedentes de las coimas de Petrobras. El problema es que ese mismo empresario sostuvo que el PSDB también recibió aportes de campaña, en el mismo momento y procedentes de la misma fuente. El ex presidente Lula da Silva no lo dejó pasar. “Esa empresa (la Andrade Gutierrez, segunda constructora de Brasl) siempre estuvo ligada a los socialdemócratas. Pero cuando aparecen los aportes, solo se habla del PT. Parece que la empresa tiene dos cofres: uno con dinero bendecido y otro con dinero podrido. Al PT sólo va la plata podrida”.
En el gobierno de Dilma, según informes periodísticos, darían como cierta la derrota en la Comisión Especial. Lo cierto es que un relevamiento de quienes el viernes, durante 13 horas, se manifestaron a favor y en contra, daba el siguiente resultado: 17 titulares de esa comisión optaron por bendecir el juicio político; 15 le dijeron no. Esto demuestra, hasta el momento, una paridad. En cuanto al plenario de Diputados, que debe alcanzar 342 votos favorables a la salida de la presidenta brasileña, la relación es todavía menor: 54% por el sí, lo que da una cifra insuficiente: entre 286 y 308 (mediciones respectivas del diario O Estado y la firma DataFolha). El no requiere 171 y reuniría hasta ahora 114, a los que se deben añadir para el calculo general abstenciones y ausencias. Algunos partidos como el Socialista, declaró su posición formal a favor del juicio. Sin embargo, prefirió dar libertad a sus legisladores para que voten como quieran. El conservador Partido Progresista, tercerca fuerza de la cámara, mantuvo su alineamiento con el gobierno. Comienza una semana decisiva. De ese resultado va a depender un hecho trascendente: la marginación temporaria de Dilma del gobierno brasileño,