El papa Francisco pidió “dejar de lado los personalismos y los liderazgos únicos” al oficiar en el Parque Bicentenario de Quito una misa campal ante más de un millón de personas, a las que llamó a “cuidarse unas a otras” como nueva “revolución” que recuerde las luchas por la independencia de Hispanoamérica e “impulse la unidad”.
El Santo Padre resaltó que “aquel grito de libertad prorrumpido hace poco más de 200 años no le faltó convicción ni fuerza, pero la historia nos cuenta que sólo fue contundente cuando dejó de lado los personalismos y el afán de liderazgos únicos”.
“Constatamos a diario que vivimos en un mundo lacerado por las guerras y la violencia”, añadió.
“Sería superficial pensar que la división y el odio afectan sólo a las tensiones entre los países o los grupos sociales”, manifestó Francisco. Dijo que esa violencia es “manifestación de ese difuso individualismo que nos separa y nos enfrenta”, y por eso llamó a que “el grito de la misa” en el Parque Bicentenario sea “un clamor nacido de la convicción de impulsar la unidad”.
Indicó que en “este mundo desafiante” la “respuesta no es hacernos los distraídos, argüir que no tenemos medios o que la realidad nos sobrepasa”. Para eso citó el “Evangelii gaudium”, la primera exhortación apostólica escrita por Francisco, que indica que “mientras en el mundo, especialmente en algunos países, reaparecen diversas formas de guerra y enfrentamientos, los cristianos insistimos en nuestra propuesta de reconocer al otro, de sanar las heridas, de construir puentes, de estrechar lazos y de ayudarnos mutuamente”.
“Es impensable que brille la unidad si la mundanidad espiritual nos hace estar en guerra entre nosotros, en una búsqueda estéril de poder, prestigio, placer o seguridad económica”, sostuvo. Y agregó: “Esto a costilla de los más pobres, de los más excluidos, de los más indefensos que no pierden su dignidad pese a que se la golpean todos los días”, comentó.
Sobre el final de su mensaje, el Papa sostuvo que evangelizar es la revolución de la fe católica, un grito que desea que “todos puedan admirar cómo nos cuidamos unos a otros, como mutuamente nos damos aliento y acompañamos”.