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Subsidios al transporte: ¿federalismo o centralismo?
La recesión en las manufacturas, por la contracción del mercado interno y también por la pérdida o reducción de mercados de exportación, llegó al segmento de los alimentos y bebidas.
Según datos de la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios luego de un virtual estancamiento que mantuvo la demanda interna hasta el cierre del primer semestre, aunque con leve disminución en términos por habitante, porque la población se estima que crece a una tasa cercana a 1% por año, comenzó a acusar desde julio una acentuada declinación.
En el clásico almuerzo sectorial de la COPAL, que reúne a los representantes de las 37 cámaras sectoriales que nuclean a más de 14.000 empresas, 97% de las cuales son PyME, y ocupan en conjunto a más de 500.000 personas, esto es el 25% del empleo del conjunto del sector manufacturero, el presidente de la entidad, Daniel Funes de Rioja, dijó que "las ventas al mercado interno acusaron en julio una retracción de 3,9% en volumen físico, en comparación con un año antes".
De este modo, en el acumulado de los primeros siete meses la industria nacional registró una merma de la demanda de las familias de 1,5%, la cual se amplía a 2,5% en términos promedio por habitante, respecto de similar período del año anterior.
Cabe destacar que en tiempos de receso del mercado interno, por efecto de la inflación y dificultades de las empresas para sostener los niveles de empleo, la primera reacción de los consumidores es resignar los consumos de primeras y segundas marcas y volcarse a los productos genéricos. De ese modo optimiza el presupuesto, pero no afecta las cantidades demandadas.
Sin embargo, cuando la crisis se prolonga y se asiste a un proceso de acelerado deterioro de la capacidad de compra de las remuneraciones, no sólo porque los aumentos quedan rezagados respecto de la marcha de los precios, sino también porque disminuyen las posibilidades de mantener las horas extras y la jornada habitual de empleo, como ocurre en el sector automotriz, inmobiliarias y comercio en general, y en algunos casos se asiste a la pérdida del puesto de trabajo, el resultado final es la baja real del consumo de alimentos y más aún de bebidas, alcohólicas y no alcohólicas.
El receso del consumo por habitante se aproximó a 5% en comparación con 2013
Inquieta la presión tributaria
Esa no es la única preocupación que hoy predomina entre los empresarios de la alimentación. También aqueja la pérdida de mercados de exportación, producto de la pérdida de competitividad cambiaria y el aumento de los impuestos.
La COPAL atribuyó a la elevada presión fiscal, la pérdida de competitividad que atraviesa a las exportaciones de alimentos y bebidas que registró en septiembre una caída del 13,8 por ciento. Según los ejecutivos, la elevada presión fiscal en los tres niveles de gobierno está produciendo una pérdida de competitividad que sumado a los costos de logística y financieros, provoca una caída en las exportaciones.
El presidente de la COPAL, Daniel Funes de Rioja, se mostró enfático al señalar que "le hemos planteado todos estos problemas a la Presidente de la Nación, al ministro de Economía, al jefe de Gabinete, a la ministra de Industria y al secretario de Comercio pero aún no hemos tenido respuesta a nuestros reclamos", dijo en un almuerzo con sus pares.