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En Argentina cada siete días fallece un niño menor de cinco años por ahogamiento. Aunque se trata de hechos absolutamente prevenibles, siguen ocurriendo tanto en el hogar como en espacios recreativos y afectan sobre todo a los más pequeños. En el marco de la Semana de la Prevención de los Ahogamientos, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) difundió un informe que alerta sobre una realidad tan silenciosa como devastadora.
En ese sentido, la SAP recordó que los ahogamientos constituyen la segunda causa de muerte por lesiones no intencionales a nivel global y que el 63% de estos episodios involucra a menores de cinco años. Si bien la tasa mundial disminuyó un 38% desde el año 2000, el problema continúa siendo grave: solo en 2021, más de 300.000 personas murieron por esta causa.
En Argentina, además, el último informe del Ministerio de Salud registró 48 muertes en niños menores de cinco años durante 2023, lo que equivale a un deceso semanal. “El dato es tan estremecedor como evitable”, subrayó la pediatra Adela Armando, quien insistió en la importancia de la supervisión y la eliminación de riesgos domésticos.
Asimismo, la SAP enfatizó que los ahogamientos no ocurren únicamente en temporada estival. Por el contrario, los incidentes con niños pequeños suelen producirse en el hogar o en sus alrededores: bañeras, baldes, inodoros, estanques, pozos o canales representan un peligro constante.
Además, el ahogamiento en la primera infancia es rápido, silencioso y puede suceder en apenas centímetros de agua. Por ello, la vigilancia debe ser permanente, sin distracciones y con un adulto a menos de un metro del niño, destacó la pediatra María Cecilia Rizzuti.
En consecuencia, la SAP sostiene que prevenir los ahogamientos es una tarea colectiva. Requiere generar entornos seguros, educar a la comunidad y establecer políticas públicas orientadas a la protección infantil. “Si se puede prevenir, entonces no es un accidente”, remarcó la médica Florencia Barril.
Por otra parte, el documento aborda los peligros específicos que enfrentan los adolescentes, quienes suelen exponerse a riesgos en ríos, lagos o el mar. La imprudencia, la subestimación del peligro, el consumo de alcohol o drogas, y la falta de equipamiento adecuado son factores determinantes.
En este sentido, la SAP recomienda trabajar en hábitos de autocuidado: no zambullirse donde no se ve el fondo, evitar zonas no habilitadas, respetar indicaciones, usar el equipamiento correcto y no ingresar al agua bajo los efectos de sustancias.
Por otro lado, el informe propone promover desde edades tempranas el aprendizaje de habilidades acuáticas, complementadas con normas de comportamiento seguro. A esto se suma la sugerencia de capacitar a cuidadores y escuelas en RCP.
A su vez, se destacan lineamientos precisos para el uso seguro de piletas:
Cercos perimetrales de 1,30 m con barrotes verticales y una única puerta segura. Eliminación de objetos que faciliten escalar el cerco. Retiro de juguetes del agua al terminar su uso. Pisos antideslizantes y escalinatas seguras. Vaciado obligatorio de piletas inflables. Protección de bocas de succión. Advertencia sobre el uso de flotadores no homologados.
Sin embargo, la SAP recalca que ninguna medida técnica reemplaza la supervisión adulta.
También, el documento sintetiza su mensaje en una serie de lemas claros: “La supervisión constante salva vidas”, “Los ahogamientos ocurren todo el año”, “Nunca dejar a niños al cuidado de otros niños” y “Si desaparece un niño, buscar primero en el agua”.
Según la doctora Armando, la prevención debe integrarse de manera permanente en la consulta pediátrica, adaptada a la edad y al nivel de exposición de cada niño. Por último, la doctora Barril concluyó que esta semana de concientización debe transformarse en un compromiso sostenido: los ahogamientos son evitables y prevenirlos es una responsabilidad compartida.