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Subsidios al transporte: ¿federalismo o centralismo?
La confirmación por parte de investigadoras del Conicet sobre la aparición de ejemplares del mosquito Aedes aegypti en distintos puntos del país resistentes a los insecticidas habilitados para combatirlos obliga a repensar las estrategias a poco de que comience la temporada alta de desarrollo de estos insectos. En Rosario, tras el brote de dengue que se experimentó a principios de año y las condiciones del tiempo que se vienen viviendo, autoridades piden hacer foco en la prevención con medidas individuales que contribuyan a un manejo integral de este vector para no llegar a fumigar, algo que puede ser contraproducente ya que esta práctica, en caso de volverse habitual, puede contribuir a desarrollar estas resistencias en las variedades genéticas de los mosquitos.
El director del Control de Vectores de la Municipalidad, Carlos Tasinato, indicó que este tipo de investigaciones son “ventajosas” para evaluar cómo variar el uso de insecticidas. Actualmente, los únicos productos autorizados por el Ministerio de Salud para usar en las fumigaciones son los de tipo piretroides y su aplicación muy seguida puede provocar estas resistencias que, por primera vez, se comprobaron en el país.
Desde el Conicet confirmaron que “buena parte del territorio argentino tiene circulación de mosquitos Aedes aegypti resistentes a las fumigaciones con insecticidas de tipo piretroides” gracias a una investigación de científicas del organismo, que fue publicada en la revista Parasites & Vectors: “El estudio comprueba que el Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba), junto a dos localidades de Salta y Jujuy, están habitadas por mosquitos de esta especie que acarrean mutaciones genéticas responsables de esta capacidad de evadir los efectos de los venenos”.
En relación a esto, hay tres variedades genéticas del Aedes aegypti: la sensible, que mueren producto del alcance de estos insecticidas; la R1, que desarrolló una mutación que favorece en un bajo porcentaje la resistencia de los mosquitos a los piretroides; y la R2, que presenta dos tipos de mutaciones con altas resistencias a los insecticidas habilitados.
“En los asentamientos urbanos del Gran Buenos Aires encontramos poblaciones R1, que en muchos municipios incluso superan en cantidad a las sensibles. La situación en el noroeste es más complicada: allí detectamos grupos R2”, explicó la investigadora Sheila Ons, del Laboratorio de Neurobiología de Insectos vinculado al Centro de Endocrinología Experimental y Aplicada (Conicet -UNLP). La profesional, además, detalló que estas apariciones eran “de esperar” por la situación que se vive en Brasil, que tiene una extensa y estudiada presencia de poblaciones de estas variedades genéticas: “Otras investigaciones recientes reportan la presencia de las mismas mutaciones en Misiones”.
El plan principal es no llegar a fumigar y, para eso, es clave la prevención. La limpieza, eliminación de reservorios de agua, descacharrado y uso de repelentes son acciones individuales que pueden conformar una estrategia mucho más efectiva que salir a fumigar. Esto, en continuado, puede ser contraproducente.
Al respecto, Tasinato dijo: “Hay que concientizar a la gente porque cada vez que hay un brote, piden que se fumigue. Si el único producto habilitado se usa verano tras verano, se generan condiciones para que aparezcan las resistencias. En algún momento habrá que replantearse qué otros activos pueden usarse, pero eso depende de Nación”, planteó Tasinato, y recalcó que la resistencia que puedan adquirir distintos ejemplares del Aedes aegypti se pueden romper rotando productos y no aumentar ni frecuencias de aplicación de los mismos ni dosis: “Si vas matando los mosquitos susceptibles con las aplicaciones, te va quedando una población de ejemplares resistentes. Tarde o temprano, los insectos van a desarrollar resistencia”.
Es por esto que el foco debe posarse sobre las medidas de prevención. El director de Vectores manifestó que en septiembre empezarán con la colocación de ovitrampas “para detectar los primeros vuelos de Aedes y saber dónde aparecen primero. Esto lo hacemos en conjunto con la Dirección de Epidemiología”.
“Cuando insistimos en eliminar reservorios de agua es porque se pueden eliminar los ejemplares de forma natural, sin uso de insecticidas y con sólo adoptar un hábito: descacharrar”, dijo Tasinato, y agregó: “Sin agua no va a haber mosquito”. Entre los reservorios, mencionó piletas en desuso, zanjas con agua estancada, floreros o cualquier recipiente que acumule agua. Las condiciones de crecimiento de los ejemplares son el calor (no extremo, ya que las temperaturas muy altas o muy bajas contribuyen a su eliminación) y la humedad. Es por esto que las temporadas “altas” para el desarrollo y aparición del mosquito del dengue son mediados de primavera y principios del otoño.
Otro elemento a tener en cuenta es que quienes tengan patio o jardín, deben mantener la “vegetación baja” ya que si bien la hembra es la que pica para obtener sangre y contribuir a madurar los huevos, tanto el macho como la hembra del Aedes aegypti se alimentan de néctar, savia y “sustancias azucaradas”.
Fundamental es, además, usar repelente: “Los olores son el estímulo más fuerte que perciben los insectos. Al usar repelente, uno se “camufla” y eso desorienta al mosquito porque le genera una especie de repulsión. Si cada uno se pone un poco de repelente, se evita hacer una fumigación masiva”.
“Todo lo que minimice la aplicación de insecticidas va a contribuir a que no se siga facilitando el desarrollo de ejemplares del mosquito. La resistencia aparece porque se usa el mismo insecticida todo el tiempo. Es una estrategia que, usada en su justa medida, resuelve problemas. Pero usada de forma habitual no va a ser neutral, porque se matan otros insectos que son controladores de la población de mosquitos”, concluyó.