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Subsidios al transporte: ¿federalismo o centralismo?
Los edificios históricos con balcones y fachadas ornamentadas son parte del encanto del centro rosarino. Pero estas construcciones no siempre tienen el mantenimiento adecuado. Vacías, algunas convertidas en pensiones, resisten como pueden el paso del tiempo, la humedad, las grietas o el abandono. Los frentes descuidados, las aberturas deterioradas o los balcones agrietados son una postal frecuente y, muchas veces, también significan un riesgo para quienes circulan por calles y veredas. En lo que va del año, la Dirección de Defensa Civil del municipio ya intervino en unos 187 casos de "desprendimientos", de los cuales la mayoría se generaron en casonas del centro.
Defensa Civil es la repartición del municipio que interviene en situaciones de riesgo y, siempre o casi siempre, sobre el hecho consumado. Como cuenta con una guardia activa las 24 horas, hasta las oficinas de la repartición de Francia al 1900 llegan los reclamos que los vecinos dejan en las líneas 103 y 147 cuando notan que desde una terraza o un balcón se caen mamposterías o revoques.
"El centro es la zona de la ciudad con más casas antiguas sin cuidados", advierte el director de Defensa Civil del municipio, Gonzalo Ratner, y señala que reciben estos alertas cada vez con mayor frecuencia. Incluso, hubo casos en los que tuvieron que visitar más de una vez el mismo edificio.
Las intervenciones por desprendimientos o caída de mampostería tienen un procedimiento reglado: se encinta o se valla el lugar para prevenir accidentes a personas o vehículos, y después de eso, personal técnico realiza un informe sobre el estado del edificio para descartar que existan riesgos estructurales de derrumbe.
Ese detalle se deriva a la Dirección de Obras Particulares del municipio que es el área encargada de intimar a los propietarios para que solucionen el problema. Ratner aclara que "en todos los casos que recibimos denuncias es porque existieron desprendimientos de fachadas, balcones o terrazas. Pero eso no implica que en todos los casos exista un riesgo estructural en el edificio, generalmente son mampostería liviana, molduras, marquesinas".
El problema de la falta de mantenimiento de los frentes de construcciones antiguas comenzó a debatirse esta semana en el Concejo Municipal donde se presentó un proyecto para recuperar las fachadas de edificios antiguos. La iniciativa de Fernanda Gigliani (Iniciativa Popular) contempla la creación de un programa de conservación, la realización de un relevamiento con el fin de identificar las construcciones en riesgo y la creación de herramientas para financiar los trabajos.
La preservación del buen estado de las fachadas de los edificios es responsabilidad de sus dueños. Las ordenanzas municipales consideran que es obligación de los propietarios de los inmuebles "realizar las tareas de apuntalamiento, reconstrucción, preservación o demolición que hagan falta para la seguridad en las estructuras edilicias".
Sin embargo, según se considera en el proyecto del legislativo local "en muchos casos los propietarios de los inmuebles en estado de deterioro manifiestan no poder afrontar los gastos que supone la realización de los trabajos de mantenimiento o reparación".
El centro de la ciudad está repleto de casonas que reclaman atención. En calles como Rioja, Mendoza, Laprida o Maipú sobran los ejemplos de edificios sin mantenimiento, con humedad, aberturas rotas o balcones desde donde crecen helechos.
El director de Defensa Civil apunta que existen algunos "casos crónicos" donde los agentes municipales "tuvieron que intervenir más de una vez". Es más, en algunas situaciones, tuvieron que afrontar ellos mismos la tarea de desprender las estructuras en riesgo.
"Dentro de las tareas habituales es una problemática que nos demanda gran cantidad de trabajo", afirma el funcionario y advierte que está entre los tres temas sobre los que se reciben más denuncias. El año pasado el primero fue la situación de las columnas de alumbrado, flojas o con cables sueltos; después vino el arbolado en riesgo y, finalmente, las situaciones de derrumbes, desprendimientos, voladuras de elementos de construcción y los hundimientos.
En lo que va del año la repartición intervino en 187 reclamos por "desprendimientos". Según los registros de la dependencia, la mayoría fueron por desmoronamiento de fachadas, molduras, relieves u ornamentación (80), problemas en azoteas de viviendas (38), en paredes (19), en balcones (16), edificios de propiedad horizontal (12), cartelería ubicada en la fachada (11), obras en construcción (9) y edificaciones precarias (2).
Ratner destaca que en los últimos años, creció notablemente la demanda de trabajo de Defensa Civil. En números concretos, afirma, hubo un antes y un después de la pandemia de coronavirus. Durante 2019, realizaron unas 10 mil intervenciones; en 2022 fueron 17 mil.
Detrás de las cifras hay distintas causas. Según explica el director de Defensa Civil "se nota un crecimiento de los riesgos que tradicionalmente llamamos extensivos". Es decir, aquellas situaciones que no constituyen una gran emergencia como un incendio, un derrumbe o una inundación, y que no tienen un gran impacto ni en cantidad de daños materiales o víctimas; pero que si generan situaciones de riesgo menores.
La problemática, dice, se repite en todo el país y está relacionada con dos factores: las consecuencias de la crisis ambiental, que se manifiestan en sequías o lluvias extremas, y la situación social que favorece entornos que generan más riesgos. "Una tiene que ver con las amenazas externas, como el cambio climático, otra con la vulnerabilidad social, explica. Una vivienda precaria se incendia mucho más fácilmente que una de material y las edificaciones se mantienen menos, lo que hace aumentar los riesgos".