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Subsidios al transporte: ¿federalismo o centralismo?
Una semana después del terremoto de 7,8 grados que devastó el sureste de Turquía y el norte de Siria, las autoridades detuvieron o emitieron órdenes de arresto contra unas 130 personas implicadas en la construcción de edificios que se derrumbaron. La medida busca aplacar el creciente descontento popular con la lenta e ineficaz respuesta del gobierno turco al desastre.
Las medidas judiciales se dan mientras crece el descontento de la población con la lenta e ineficaz respuesta del Estado turco a la emergencia. Muchos creen que sus familiares murieron bajo los escombros por no haber recibido ayuda a tiempo, en las críticas primeras horas posteriores al derrumbe de las viviendas. La cifra de muertos por el sismo de hace una semanasubió a 33.185 personas, con más de 92.600 heridos, y había certeza de que seguiría subiendo.
La desesperación impulsaba también la indignación hacia la lentitud de los esfuerzos de rescate, y la atención se centraba en quién era responsable por no preparar mejor a la gente en una región muy propensa a los terremotos. El sismo golpeó también una zona de Siria que lleva años sufriendo por la guerra civil.
Aunque sobre el papel Turquía tiene normas de construcción que cumplen las normas de ingeniería contra terremotos, estos protocolos no suelen aplicarse, lo que explica por qué miles de edificios se derrumbaron sobre sus residentes. En algunos casos, una torre de departamentos se derrumbó mientras otra a su lado se mantuvo en pie, con solo daños menores. Esto pone en evidencia a los malos constructores que ahorraron mucho dinero incumpliendo las normas antisísmicas. La ingeniería antisísmica es costosa: implica usar mucho más acero y cemento en la estructura que en un edificio común.
El ministro de Justicia de Turquía Bekir Bozdag indicó que 131 personas están siendo investigadas por responsabilidad en la construcción de los edificios. Añadió que diez han sido arrestadas y a otras siete se le prohibió salir del país. Bozdag prometió castigar a todos los responsables y la fiscalía comenzó a tomar muestras de materiales empleados en las construcciones para usarlas como pruebas. Aunque el terremoto fue muy fuerte, víctimas, expertos y gente en toda Turquía culpan a la mala construcción de haber multiplicado la devastación. Y nadie puede culparlos: es evidente que las reglas antisísmicas no se respetaron, con resultados trágicos.
Dos contratistas acusados de la caída de varios edificios en la ciudad de Adiyaman fueron detenidos en el aeropuerto de Estambul. El viernes se detuvo en el mismo aeropuerto a otro constructor que intentaba fugarse hacia Montenegro. Las autoridades detuvieron también a dos personas en la provincia de Gaziantep acusadas de haber cortado pilares de hormigón para ganar espacio en un edificio que se derrumbó.
El Ministerio turco de Justicia había anunciado el sábado que se formarían equipos de investigación “de crímenes de terremotos’’. Esas formaciones identificarían a contratistas y otros responsables, reunirían pruebas, instruirían a expertos como arquitectos, geólogos e ingenieros y comprobarían los permisos de edificación y ocupación. Es en estos permisos donde se concentran las sospechas de corrupción de las autoridades municipales, que son las que conceden esas habilitaciones.
El constructor detenido el viernes en el aeropuerto de Estambul antes de que pudiera embarcar, era el constructor de un edificio de lujo de 12 plantas en la ciudad de Antioquía, que cayó en masa. Hay al menos 100 personas bajo los escombros del complejo.
En medio de un escenario devastador y un frío glacial, decenas de miles de socorristas locales y extranjeros trabajan entre las ruinas en busca de señales de vida. En ese marco, y aunque pasaron ya siete días desde el sismo de magnitud 7,8 ocurrido en la madrugada del lunes, siguen emergiendo historias milagrosas de sobrevivientes. Un bebé de siete meses llamado Hamza fue rescatado con vida más de 140 horas después del sismo en la provincia de Hatay (sur de Turquía) y la adolescente Esma Sultan, de 13 años, fue salvada en la vecina Gaziantep.
Recién llegado el sábado a Kahramanmaras, cerca del epicentro del sismo en Turquía, el jefe humanitario de la ONU, Martin Griffiths, aseguró que el saldo de víctimas todavía podía aumentar considerablemente. “Es realmente difícil estimar de forma muy precisa, porque tienen que llegar debajo de los escombros, pero estoy seguro que se va a duplicar o más”, afirmó Griffiths. Los últimos balances sitúan el número de muertos por el sismo en 33.185 personas, con más de 92.600 heridos. Apenas horas antes esos números eran mucho más bajos: 28.191 fallecidos. El salto en el número de muertos indica que se están hallando muchos cuerpos, a medida que las tareas de rescate pasan a ser tareas de remoción de escombros con maquinaria pesada.
En tanto, la preocupación para los sobrevivientes no es solo rescatar más personas con vida, sino también encontrar los restos de sus familiares fallecidos. “Las autoridades ya no quieren conservar los cuerpos más allá de un cierto plazo, y los llevarán a enterrar”, comentó Tuba Yolcu en Kahramanmaras, al tiempo que imploró: “Que Dios me ayude a encontrar a mi tía”.
El tiempo aprieta no solo para las personas atrapadas, sino para cientos de miles de personas sin casa, con hambre y frío. “Pronto, la gente de búsqueda y rescate dejará paso a las agencias humanitarias cuyo trabajo es cuidar al extraordinario número de personas afectadas en los próximos meses”, dijo el jefe humanitario de la ONU.
Naciones Unidas advirtió que al menos 5,3 millones de personas se quedaron sin casa solo en Siria y que al menos 870.000 precisan urgentemente de comida en ambos países. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que en Siria, con un sistema sanitario y una infraestructura diezmadas ya por más de una década de guerra civil, la ayuda llegó más lentamente y 26 millones de personas se vieron afectadas por el terremoto y lanzó un pedido urgente para recaudar 42,8 millones de dólares para financiar las necesidades sanitarias inmediatas.