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Subsidios al transporte: ¿federalismo o centralismo?
Después de meses signados por los cortocircuitos internos, en la Casa Gris decidieron darle salida a la secretaria de Administración Financiera del Ministerio de Seguridad de Santa Fe, Ana Morel, una controvertida funcionaria que fijó la mira en el presupuesto y colisionó con los tres últimos titulares de la estratégica cartera provincial.
Poco tiempo atrás, luego de un polémico paso por la Legislatura provincial junto al ministro de Seguridad, Rubén Rimoldi, Morel había dado a entender que el único que podía pedirle la renuncia era el gobernador Omar Perotti. Todo indica que eso terminó materializándose este viernes.
En rigor, la gota que rebalsó el vaso fue la caída de una compra de 5.500 chalecos antibalas para la Policía de Santa Fe, recientemente confirmada por el propio Rimoldi.
Precisamente, los criterios que marcaron la adquisición de esos elementos, junto a otros factores, detonaron la renuncia de Edgardo Glavinich, en diciembre pasado, un funcionario de tercera línea de Seguridad que había asumido en agosto a la par de Rimoldi. Por entonces, el respaldo de Perotti a Morel ya manifestaba agotamiento.
A fines de octubre, tras haber mantenido una reunión con Perotti y el ministro de Gestión Pública provincial, Marcos Corach, poco y nada se supo oficialmente del ministro, mientras los rumores adquirían tal volumen que el propio jefe de la Casa Gris no logró ocultar su malestar en público.
Un día antes del cónclave entre Perotti, Rimoldi y Corach, el ministro y Morel habían protagonizado un inquietante paso (el segundo en dos semanas) por la Cámara baja provincial para dar explicaciones sobre la ejecución de los fondos de la ley de emergencia para un área sumamente sensible.
Mientras que Rimoldi permaneció callado durante prácticamente todo el encuentro, la contadora mantuvo duros intercambios con los legisladores por cuestiones de forma y de fondo.
Concluido el candente debate, la oposición dio por certificada la subejecución de partidas correspondientes a la emergencia en Seguridad, cuya continuidad o no fue el eje de esa cita parlamentaria.
Morel se había excusado de participar de la primera convocatoria a Diputados por motivos personales y fue Rimoldi el que debió responder los reproches de los legisladores.
Cumplido ese trámite, sonaron fuertes versiones de renuncia, pero la funcionaria continuó en el cargo. Luego, la usina de rumores aventuró con un posible alejamiento del ministro.
Morel, peronista histórica, era considerada mano derecha del ministro de Economía provincial, Walter Agosto, y férrea defensora del presupuesto de Seguridad. Motivo suficiente para tener diferencias con los anteriores titulares del área Marcelo Sain (quien la desplazó del cargo) y Jorge Lagna (en cuya gestión la contadora recuperó el puesto).
Tras el convulsionado segundo paso por la Cámara baja, el propio Rimoldi abrió interrogantes sobre el futuro de Morel. “Es un análisis a hacer con el gobernador”, sostuvo en respuesta al diputado Maximiliano Pullaro, quien le había preguntado si le iba a pedir la renuncia a la funcionaria.
Por entonces, Morel cosechó un nuevo aval de Perotti, en especial por la ausencia de actores con un perfil capaz de constituir un posible reemplazo. Pero el tiempo y el desgaste interno, palpable en no pocos transeúntes de los pasillos de la Casa Gris, derivaron en una movida final.
La salida de la funcionaria luce, en principio, como una victoria para Rimoldi. Aunque el accionar de quien reemplace a Morel (está en danza el nombre de Gustavo Bode, secretario de Coordinación Administrativa, Legal y Técnica del Ministerio de Igualdad y Género) se encargará de certificarlo.