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Subsidios al transporte: ¿federalismo o centralismo?
Ante el temor de una guerra nuclear tras la invasión de Rusia a Ucrania, el mercado de los búnkeres comenzó a despertarse en Francia, uno de los países menos equipados en este ámbito.
Según Artémis Protection, fabricante de refugios antinucleares, Francia sólo cuenta con 1.000 búnkeres, de los cuales 400 son privados y 600 militares.
“Somos el segundo país con más reactores nucleares, por detrás de Estados Unidos, y paradójicamente el que menos prepara a su población para un incidente grave”, dijo el director de Artémis Protection, Mathieu Séranne, en declaraciones a BFM TV.
De acuerdo al medio francés, la mayor parte de los vecinos europeos están mejor equipados y preparados ante un eventual ataque nuclear. De hecho, en Suiza, una ley federal de 1971 obliga a cada ciudadano a disponer de un refugio que ofrezca una protección eficaz, tanto para las bombas clásicas como para las atómicas, químicas y bacteriológicas.
Finlandia, Suecia y Noruega también están mucho mejor equipados que Francia, con una tasa de protección de la población superior al 70%, según BFM TV.
En general, el Estado y las empresas son quienes suelen estar interesados en contratar refugios subterráneos. Sin embargo, ante la escalada de violencia en Ucrania y el miedo a que extienda a lo largo del continente, son cada vez más los particulares que preguntan por búnkeres de protección.
Amesis, una empresa de construcción general y obras públicas, tiene gran experiencia en el campo de los búnkeres. Ofrece refugios de hormigón armado y asegura que no se ve afectado por los problemas de suministro de acero relacionados con la guerra en Ucrania. Son capaces de terminar las obras en un plazo medio de 2 a 3 meses, según BFM TV.
El modelo más básico de búnker mide 14 metros cuadrados y es el más pedido por los franceses. Cuesta 79 mil euros (86 mil dólares) y ofrece un sistema de ventilación, literas, aseos secos y hormigón en bruto, de acuerdo al medio francés. También los clientes pueden confeccionar sus búnkeres a pedido. “Un cliente nos encargó un búnker de 100 metros cuadrados”, cuentan en Amesis.
“A veces nos piden que pongamos pantallas en las paredes para mostrar imágenes de exteriores. Bosque, playa. La idea es que parezcan ventanas. También podemos colocar pantallas en el techo para simular el cielo”, dijo Enzo Petrone de Amesis a BFM TV.
La empresa Artemis, por su parte, ofrece módulos que van de los 5 a los 20 metros cuadrados. El básico es de 6,7 metros y cuesta 149 mil euros. Mientras que el más elaborado, de 20 metros cuadrados, puede equiparse con muchas opciones: agua, generador, dormitorio, cocina y baño. Cuesta unos 300 mil euros, según el medio francés.
El perfil de los interesados, cuentan, es “muy diverso”. “Tenemos jubilados, médicos, soldados e incluso diplomáticos y miembros de gabinetes ministeriales”. El director de Artémis Protection explicó que la construcción de un refugio también puede ser un nuevo tipo de inversión inmobiliaria. “Al fin y al cabo, se crea un espacio vital adicional”.
En realidad, es difícil saber quién es el propietario de los búnkeres ya que “en este negocio todo tiene que ser confidencial”, explica Enzo Petrone. Las técnicas de construcción, por supuesto, pero sobre todo los lugares donde se instalan los refugios antinucleares.