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Subsidios al transporte: ¿federalismo o centralismo?
Guillermo Gabriel Iglesia Andrada desde ahora se llamará Guillermo Gabriel Tomás Andrada. Y así figurará en el documento nacional de identidad y en todos los papeles necesarios porque lo decidió él y además lo resolvió la Justicia. Tiene 25 años y trabaja como no docente en la Facultad de Derecho.
Se trata de un acto de reconocimiento y afecto que Guillermo decidió hacerle al marido de su mamá, quien crió a él y a su hemano: los menores de diez chicos de la familia Iglesia Andrada.
La jueza de Familia Valeria Vittori se hizo eco del pedido del joven en un fallo que sienta precedente: otorgó la adopción integrativa plena a Ricardo Juan Tomás, un hombre de 78 años sin hijos biológicos y cónyuge de Liliana, la madre de Guillermo.
"Estoy feliz, este hombre me cambió la vida a mí y a mi hermano Nicolás, que lamentablemente falleció hace poco. Ambos comenzamos juntos los trámites, que duraron cuatro meses y fueron favorables. Quería agradecerle por el amor y la dedicación que nos dio", dice Guillermo. El joven está convencido de que de los padres que uno quiere se hereda el apellido y el cuadro de fútbol.
"Con mis ocho hermanos y hermanas más grandes, muchas de ellas viviendo en Chaco, nos llevamos varios años. Ellos son todos de Boca, nosotros dos, los más chicos, somos de Newell's como mi papá Ricardo", señala.
Cuando se le pregunta qué es lo que más rescata de él, señala tres cosas. Que "siempre" les habló y "nunca" les pegó, que les regaló "el juguete más preciado para un chico", una bicicleta, y que los días de lluvia los entretenía a su hermano y a él jugando al fútbol, adentro de la casa, con chapitas de gaseosas y botones.
"Eso no se olvida. Eso, sencillamente, es un papá", aseguró Guillermo.
Guillermo dice que Ricardo siempre fue un "buen hombre, trabajador y cariñoso" y que hasta le dio una tía, Ana María, quien siempre "aceptó" a su hermano y a él con "mucho amor".
Cuenta Guillermo que sus padres biológicos se separaron al poco tiempo de su nacimiento y que vivían con la mamá en un barrio "difícil", cerca de Fisherton.
"Entonces con mi mamá y mi papá Ricardo, que siempre se llevaron bien, nos fuimos mudando y de a poco nos vinimos a la zona sur, donde estamos mejor", dice Guillermo, quien hasta hace pocos meses fue albañil con su hermano, pero quedaron sin trabajo apenas empezó la pandemia.
"Mi hermano, de 27 años y dos hijos chicos, el año pasado se puso mal y papá lo ayudó, pero un día a poco de cumplir años falleció de muerte súbita. Uno de sus hijos se llama Juan como papá", cuenta para dar cuenta que su hermano Nicolás no llegó a cambiarse el apellido como él pero le dio un nieto al hombre al que quiere como padre al que bautizó con su segundo nombre.
El padre biológico de Guillermo murió hace un par de años, pero él dice que esa no fue la causa de la decisión.
"Siempre quisimos tener el apellido de Ricardo, de hecho lo sentimos siempre nuestro papá. El nos decía que visitemos a nuestro padre biológico siempre. Y lo hicimos pero nunca nos dio bolilla, nunca tenía tiempo para vernos", recordó.
Guillermo fue patrocinado en los autos caratulados "Iglesias Guillermo Gabriel s/Adopción" por los abogados Juan Manuel Scarabaggio y Sol Costa.
Scarabaggio dijo que recibe la resolución con satisfacción profesional pero también personal. "Porque acá primó el pedido de mi cliente y el afecto. La sentencia de adopción integrativa convalida jurídicamente el vínculo afectivo y emocional preexistente a la petición”, remarcó.
En la presentación judicial se sostuvo que “a partir del abandono del padre biológico, recurrió a la búsqueda de afecto y comprensión en el nuevo esposo de su madre, quien lo trató como un hijo, viendo en él la figura paterna que siempre ha deseado y que su padre biológico no le ha brindado, constituyendo un lazo afectivo que se fue consolidando con el correr de los años”.
Para Scarabaggio, lo importante de este caso que destaca jurisprudencia es que la adopción integrativa "no se refiere a la situación de un menor desamparado, sino que propone integrar a la familia legítima y se fundamenta en lazos de amor y solidaridad familiar”.
"En realidad ahora el apellido figurará en los papeles, pero el sentimiento por mi papá es de siempre. Ahora ya está", dijo Guillermo con la sensación de una asignatura que ya no está pendiente.