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19:36:19 23/10/2016

Analizan dejar abiertas en verano las escuelas de los barrios más peligrosos

Municipio y provincia analizan dejar este verano varias escuelas abiertas en los barrios más calientes de la ciudad en un intento por alejar a los niños de la violencia urbana. La idea es que los chicos participen allí los fines de semana de actividades recreativas, culturales y deportivas, y estén contenidos dentro de las instituciones. El diagnóstico de lo que sucede en las barriadas más calientes de Rosario es preocupante. "Les estamos disputando familias enteras a las redes delictivas", admitió la secretaria de Desarrollo Social del municipio, Laura Capilla.

El problema es de tal magnitud que hasta el propio ministro de Desarrollo Social de la provincia, Jorge Alvarez, había revelado semanas atrás que se analiza bajar, de 16 a 14, la edad mínima de los jóvenes hacia los que están direccionados los planes sociales.

"En rigor lo que analizamos es bajarlo más aún, creemos que los planes ahora deben ir direccionados a chicos de 12 a 15 años", destacó Capilla.

Ese segmento etario no es caprichoso. De acuerdo a los datos que revelan los operadores territoriales del municipio y las cifras que procesa el Ministerio de Educación santafesino, se trata de la franja de edad en la que los chicos empiezan a dejar la escuela.

"Ahí es donde comienza a producirse una deserción escalonada. Es decir, los chicos empiezan a ir a cuentagotas a la escuela y empieza a tallar en ellos de un modo muy importante el factor económico. Necesitan dinero y es ahí donde las redes delictivas ofrecen «emplearlos» y terminan siendo soldaditos de los narcos", admitió Capilla.

Esa situación es la que está obligando a los equipos técnicos del municipio que trabajan en las áreas sociales a repensar hacia dónde van dirigidos los planes. "La realidad va mutando y eso te obliga a cambiar los modos de trabajo. Hace tres años la prioridad era la franja de jóvenes que tenían entre 16 y 30 años y que había dejado la escuela. Hacia ellos estuvo dirigido el Programa Nueva Oportunidad, que les permite capacitarse en oficios y adquirir herramientas de inserción laboral".

Ahora bien, con chicos de 12 años, lo laboral aún no está en juego. "Es todo un desafío, porque son nenes, hay que pensar que son muy chicos pero ya buscan su propio dinero y las bandas delictivas se los ofrecen. Lo prioritario es que construyan grupos, que se sientan parte y se sumen a espacios recreativos, y en esto la escuela debe jugar un papel clave", señaló Capilla.

Prioridades. A la hora de aplicar políticas sociales, en el municipio marcaron como prioridad a los menores de 18 años.

La discusión que por estas horas tienen los operadores territoriales es si ese trabajo de contención es sólo con el chico hoy hay que hacerlo con todo el núcleo familiar. "Si el nene deja la escuela y está buscando un sustento económico, es porque algo está pasando en el seno familiar. Esta realidad nos está indicando otra cosa. Estamos disputando familias enteras a las redes delictivas, y esa disputa es casa por casa, analizando cada núcleo familiar", admitió Capilla sin medias tintas.

Ese trabajo "casa por casa" ya se llevó adelante en el barrio Santa Lucía, en la zona oeste de la ciudad. Una barriada signada por el enfrentamiento entre bandas delictivas que hoy muestra una impronta más pacificada.

En ese barrio, el trabajo territorial permitió relevar que 836 personas de las 2.700 que allí viven, tienen menos de 18 años.

Y luego del trabajo de pacificación llevado adelante por las fuerzas federales y los allanamientos y detenciones que encabezó la Policía de Investigaciones (PDI) para descabezar a las bandas criminales, la escuela comenzó a tener relevancia nuevamente.

Hoy, el 75 por ciento de los chicos del barrio está escolarizado y el nivel de asistencia a las aulas es del 93 por ciento.

Este último dato contrasta con lo que se está relevando, por ejemplo, en barrios como Ludueña, Flamarión o Municipal, donde la "deserción escalonada" a la que hace referencia Capilla viene in crescendo.

Así, la realidad obliga a mutar estrategias, diseñar políticas sociales de la mano de las que están orientadas a la seguridad y cambiar viejos paradigmas. Nuevos desafíos que imponen los tiempos violentos.

Fuente: La Capital