Seguínos en las Redes
  • Coronavirus: el mundo en crisis

12:21:22 07/08/2016

Paula Pareto hizo historia en el judo nacional al ganar la primera medalla dorada

Se puede anunciar como la primera medalla dorada de Argentina en el día del inicio masivo de las competencias. Quizás podría presentarse hasta como una grata sorpresa aunque no lo sea tanto o venderla periodísticamente como el primer logro de una delegación que empieza a ver los frutos de la sustancial mejoría del deporte argentino. Salvo la última opción, todas las anteriores podrían ser válidas, pero la forma más justa de anunciar la medalla dorada que obtuvo Paula Pareto en la categoría hasta 48 kilos de judo es enumerando sus méritos: esfuerzo, dedicación, seriedad, compromiso… Merecido, muy merecido logro de una de las deportistas más queridas del país, que a los 30 años vio nacer de repente el logro más importante de su carrera. El judo consiguió su primer oro olímpico y Paula se transformó en la primera mujer argentina en subir a lo más alto del podio en un deporte individual tras vencer a la surcoreana Bokyeong Jeong. "Principalmente la fe y la confianza en el trabajo que hacemos todos los días", dijo emocionadísima en la conferencia de prensa apenas ganada la final cuando la consultaron sobre las bases de sustentación de semejante conquista.

Mucho más contundente y elocuente fue su entrenadora Laura Martinel, que tampoco pudo contener las lágrimas en la zona mixta un par de minutos después de la victoria.

"Ya en el primer combate la vi perfecta, muy enfocada. Fue pasando lucha a lucha sin desconcentrarse, sin salirse de foco y poniendo sobre el tatami todas sus armas de forma inteligente… Y bueno… es campeona olímpica porque se lo recontramerece. Trabajó cuatro años con este objetivo. Fue la meta que nos pusimos el primer día de trabajo y lo logramos…". Las lágrimas interrumpieron a Laura, que ya había hecho varios esfuerzos por no quebrarse.

Estaba la sensación de que Paula subiría al podio, de hecho era candidata a hacerlo. El año pasado fue campeona del mundo, pero enfrente había otras campeonas. Es un grupo de élite en el que el resultado final casi siempre depende de cómo esté cada una de ellas ese día porque son muy parejas.

El menú de los Juegos Olímpicos es amplísimo y elegir la cobertura de las competencias de Peque en desmedro de los otros deportistas argentinos no era ninguna hazaña. Más bien era el centro de atracción del día por la opción concreta de medalla a pesar de que estar al lado de Paula suponía descuidar el gran empate de la selección masculina de hockey ante Holanda o los partidos de dobles de Delbonis-Durán y fundamentalmente Del Potro-Máximo González, por ejemplo. Y ella se encargó de rubricar que su opción era la correcta.

Su faena arrancó en octavos de final con victoria, por supuesto, sobre la rusa Irina Dolgova por ippon y siguió un rato más tarde ante la húngara Eva Csernoviczki, a quien derrotó por wazari.

Hubo que esperar hasta pasadas las cuatro de la tarde para confirmar que Paula sería, en el peor de los casos, medalla de plata: derrotó en semifinales a la japonesa Ami Kondo, también por wazari.

No hubo que esperar mucho para la consagración, quizás media hora.

La lucha con la coreana fue tensa. Estaban igualadas en enfrentamientos, se habían ganado una vez cada una y la búsqueda del oro las puso aún más cuidadosas. Pero otra vez un wazari, en un momento muy complicado del combate, allá por el minuto 57 segundos, le permitió a la argentina manejar la lucha hasta el final. Y a pesar de que recibió dos penalizaciones (amarillas) por no combatir y por un falso ataque, Pareto logró el sueño que se juramentó apenas recibió el diploma olímpico por el quinto puesto en Londres 2012.

Ahora la médica Pareto podrá afrontar con otra perspectiva la especialización en traumatología que tanto desea.

Es campeona olímpica y quizás de aquí a Tokio 2020 su vida vaya girando y la judoca le vaya dando paso gradualmente a la traumatóloga. O tal vez crea que aún queda suficiente hilo en el carretel. En cualquier caso, ya no tendrá cuentas pendientes.

Fuente: La Capital