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15:11:40 26/12/2015

Guardavidas exigen mayor seguridad o no trabajarán en Año Nuevo

Como ya ocurrió en años anteriores, la Rambla Catalunya (el sector público para bañistas en la costa norte rosarina) fue el escenario de una sucesión de incidentes que incluyeron agresiones físicas y verbales al personal que trabaja como guardavidas, efectuadas por “personas en su mayoría alcoholizadas” que, motivadas por el gran calor, se dirigieron hacia la costa para continuar con los festejos de Navidad. Desde el sector cuestionaron escasez de personal policial y de Guardia Urbana para contener situaciones que se daban entre las “20 mil personas” que se agolparon en la zona, y advirtieron que de no garantizarse los operativos de seguridad dejarán de prestar servicio, y directamente no trabajarán el 1º de enero.

“Estamos desprotegidos y sufriendo agresiones. Nos prometieron operativos de seguridad, porque ya preveíamos esta situación. Tuvimos reuniones en el Concejo, la comisión de Seguridad nos sacó un dictamen favorable, (el gobernador Miguel) Lifschitz fue a recorrer la Rambla diciendo que iba a haber operativos todo el verano, y ahora tenemos a los guardavidas desprotegidos. Nos agredieron a piedrazos, no hay control de alcohol ni de ningún tipo, hay sólo 20 efectivos para 20 mil personas”, señaló Flavio Galimberti, miembro del Sindicato de Guardavidas.

Las altas temperaturas que se registraron durante la jornada del jueves y viernes en el feriado de Navidad hicieron que miles de rosarinos se volcaran hacia las orillas del Paraná, en especial en la zona de la Rambla Catalunya, la única playa gratuita habilitada para sumergirse en el río. Con cerca de 20 mil personas presentes, según indicaron los guardavidas, el consumo de alcohol y marihuana fue incrementándose con el paso de las horas, y en algunos casos complicó la convivencia entre familias que recién llegaban y grupos de jóvenes que estaban allí desde el amanecer, extendiendo con el sol la fiesta de Nochebuena.

Agresiones físicas y verbales complicaron las tareas del personal que se encontraba trabajando en el lugar, en especial en la zona comprendida entre la Playa Seca, Mordisco y el Arenero. Los guardavidas advirtieron también que frente a la crecida del río daban advertencias e indicaciones que los bañistas no acataban, imposibilitando cumplir con las medidas de seguridad previstas.

“Hay un clima tenso, complicado, con gran consumo de alcohol y drogas. Hicimos asistencias en el agua, estuvimos sacando nenes muy seguido y haciendo rescates porque la gente alcoholizada se mete al río y pasa la línea de boyas y no acatan las indicaciones”, advirtió Matías Varela, uno de los guardavidas ubicado en el sector de Caracolas.

Según indicaron desde el parador, el personal policial destinado no alcanzó a cubrir los 900 metros de playa; se dispusieron dos policías por playa, situados sobre la vereda y “ubicados a la vista de la gente”, los que sólo bajaron para acompañar al personal de Guardia Urbana Municipal. “Hay alrededor de 25 personas pertenecientes a la GUM, pero no pueden bajar sin el acompañamiento de la Policía. Hay dos policías por playa, por lo que no alcanza el personal a cubrir los 900 metros de la Rambla”, calculó Varela, al tiempo que advirtió que si bien estaba previsto que el personal policial bajara cada 45 minutos, lo hizo cada dos o tres horas.

En el mismo sentido, Leonel Nocione, guardavidas de Playa Seca; coincidió: “Estuvimos sin servicio policial, la jefa del destacamento nos prometió que iban a venir desde las 8 de la mañana a las 10 de la noche, que iban a poner dos policías atrás de los puestos, y nada. Está lleno de gente, hay una multitud alcoholizada, nos tiran piedras, rompen los elementos de trabajo, estamos esperando alguna respuesta porque esto es tierra de nadie. Si no se ponen de acuerdo entre la GUM y el destacamento no podemos trabajar”.

Ante la dificultad para controlar la gran masa de bañistas, los guardavidas llamaron personalmente a los efectivos policiales para que se acercaran a la playa e indicarles la complejidad de la situación. Ambos coincidieron en una “falta de organización de la seguridad por parte de las esferas superiores”, al tiempo que el personal policial señaló que ellos “acatan órdenes” y que “la cantidad de gente destinada para el operativo era escasa”.

Por su parte, los guardavidas destacaron la “buena predisposición de la Policía”, al punto de responder el pedido personal de éstos e intercambiar teléfonos celulares ante algún incidente. “Esto lo tenemos que manejar entre nosotros y organizarnos como podemos porque el problema es que no está bien organizado desde arriba”, indicó Ayelén Maita, que también cumplía turno de socorrista esta Navidad.

En tanto, desde el sector se mostraron preocupados al finalizar la jornada se reunieron para decidir cómo trabajar los próximos días. “Tenemos una responsabilidad con la sociedad en la que no podemos permitir que haya ahogados en masa, pero es una situación que nos sobrepasa. El mismo problema lo tuvimos el 25 de diciembre del año pasado: no podemos trabajar en estas condiciones. Si la Municipalidad no puede enviar el personal necesario con el operativo necesario no vamos a brindar el servicio de guardavidas”, se plantó Galimberti.

La creciente complica

La crecida del río Paraná alcanzó los 4,60 metros de altura en la jornada de ayer, ubicándose 1,19 por encima de la cota que alcanzó la Navidad pasada, cuando la marca fue 3,41 metros. La medida se encuentra a sólo 40 centímetros del estado de alerta y a 70 del nivel de evacuación.

Lógicamente, con tal situación el sector de playa se redujo, ocupado por las aguas. Pero también, por precaución y prevención ante la correntada se acercó la línea de boyas por lo que el espejo de agua habilitado para personas es notablemente menor en superficie.

Ambas situaciones formaron un escenario de riesgo con el aluvión de miles de acaloradas personas llegando ayer a la costa del Paraná, complicando la convivencia en el espacio disponible.