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16:30:18 19/04/2014

Enérgico llamado del Papa en el Vía Crucis para que se destierre la tiranía del dinero

El Papa Francisco presidió ayer su segundo Vía Crucis, desde su asunción en marzo del año pasado, del que participaron al menos 40.000 personas en el Coliseo romano, donde pronunció un breve discurso en el que pidió recordar a "las personas abandonadas".

"Guíanos Jesús de la cruz a la resurrección. Enséñanos que el mal no tendrá la última palabra, sino el amor, la misericordia y el perdón. Recordemos a los enfermos, a las personas abandonadas para que encuentren bajo la cruz la fuerza de la esperanza", proclamó Bergoglio en un discurso de apenas cuatro minutos, el que no estaba previsto.

Con la señal de la cruz, seguida de la introducción leída a través de un altavoz, el Sumo Pontífice, que vistió una bata blanca, dio inicio al rito tradicional del Viernes Santo en la liturgia cristiana.

El Via Crucis rememora el camino de Cristo hacia su crucifixión y se desarrolla en las llamadas catorce estaciones en el célebre anfiteatro Flavio desde la década de 1970 por deseo de Pablo VI, que recuperó esta tradición que data del medievo y que fue abandonada con el paso del tiempo.

En la ceremonia, la cruz, portada por diferentes personas que se la van cambiando de manos, recorre el Coliseo, del que sale para pasar frente al arco de Trajano y para llegar, finalmente, al Palatino, donde la esperaba el Papa. Francisco había presidido antes la ceremonia de la Pasión del Cristo en la basílica de San Pedro, el primero de dos eventos papales en el día en que los cristianos de todo el mundo conmemoran la muerte de Jesús en la cruz.

La prolongada liturgia es una de las pocas ocasiones del año en que el Papa escucha la prédica de otro sacerdote.

El padre Raniero Cantalamessa, cuyo título es "predicador de la casa pontificia", hizo el sermón respecto al personaje de Judas Iscariote, quien según la Biblia traicionó a Jesús por 30 piezas de plata.

"Detrás de cada mal en nuestra sociedad está el dinero, o al menos en parte", dijo Cantalamessa en la ceremonia solemne, que incluyó cánticos de sacerdotes rememorando las últimas horas de vida de Jesús.

"La crisis financiera que ha atravesado el mundo y que este país (Italia) sigue atravesando, ¿No se debe en gran parte al hambre maldita por el oro?", dijo. "¿No es también un escándalo que algunas personas ganen salarios y cobren pensiones que a veces son 100 veces mayores a las de personas que trabajan para ellos y que levanten la voz para objetar cuando se presenta una propuesta para reducir sus ingresos por el bien de una mayor justicia social?", inquirió.

Así Bregantini, pidió que se acepte "la fragilidad de los otros" y también "que no haya indiferencia hacia los caídos".

Es necesario "no cerrar la puerta a quien golpea la de nuestras casas, pidiendo asilo, dignidad y patria", destacó en su rezo, al que sumó: "Conscientes de nuestra fragilidad, aceptaremos la fragilidad del inmigrante", aseveró.

Los textos también se refirieron al dolor "de todas las madres por sus hijos lejos", por los "jóvenes condenados a muerte, asesinados o que partieron para la guerra, especialmente los niños soldados".

En sus meditaciones, Bregantini también hizo referencia a las víctimas de violencia de género: "Lloramos por aquellos hombres que descargan sobre las mujeres la violencia que tienen dentro. Lloramos por las mujeres esclavizadas por el miedo y la explotación".

"Pero no alcanza sólo con golpearse el pecho y con sentir compasión. Jesús es más exigente. Las mujeres deben estar tranquilas, deben ser amadas como un don inviolable para toda la humanidad", aseveró.

Hoy, Francisco celebrará la Víspera de Pascua de Resurrección en la basílica de San Pedro y mañana entregará su mensaje y bendición "Urbi et Orbi" (a la ciudad y el mundo), que realiza dos veces al año.